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miércoles, 18 de marzo de 2020

TIEMPOS PRETÉRITOS


Hubo un tiempo, no muy lejano, en el que las personas nos comunicábamos de una manera diferente. No nos enviábamos wathsapp, no colgábamos historias en redes sociales, no teníamos esta comunicación tan impersonal que ahora nos arrolla.
Eran tiempos de largas conversaciones cara a cara; de largas esperas para encontrarse con los amigos y escuchar las historias de unos y otros. La narrativa era común en todos nosotros. Tratábamos de expresar de la mejor manera posible aquellas cosas que nos pasábamos o hacíamos. Con suerte, de alguna de aquellas historias, teníamos una instantánea hecha por los pocos afortunados que disponían de medios para ello. Los demás, sentados alrededor del orador, imaginábamos en nuestras mentes las situaciones que nos contaban. Cada uno, en su fuero interno, aportaba los colores y olores a lo narrado.
Hoy día las cosas ya no son así, la inmediatez de la comunicación elimina la incertidumbre, el factor sorpresa...en dos segundos tienes colgado en la red aquello que acabas de hacer por nimio que sea. Buscamos colgar vídeos absurdos, muchos buscando la aprobación de las redes sociales; para saciar una apremiante necesidad de satisfacer el ego.
El avance de la Globalización trae consigo un nuevo modelo social en el que imperan las necesidades creadas de modo artificial frente al las sobrevenidas de verdad. En tiempos pretéritos las necesidades para vivir no eran diferentes a las actuales, prácticamente son las mismas. ¿Qué ha cambiado? La voracidad. Ese innecesario anhelo de tener todo lo que tienen los demás, al precio que sea y lo más rápido posible. ¿Para qué? Para nada.
El futuro que atisbábamos entonces ha traído avances fabulosos, una mejora notable en la comunicación y el enterarnos en tiempo real de las cosas que suceden en el mundo...o no. Porque esta es otra; arguyen los comprometidos con las nuevas tecnologías de la inmediatez de las noticias, de que así nos engañan menos, etc. Creo que no sólo no es así, sino que se magnifican las cosas. Nos enteramos de las cosas que quieren que nos enteremos. Inflaman las redes con pseudo noticias sobre catástrofes en éste o aquel país; sobre guerras en lugares que interesa poner el foco etc. ¿Cuántas noticias hay de África? Y allí hay epidemias en las que ha muerto más gente que con el Coronavirus. Y allí se desarrollan más de la mitad de las Guerras activas en el Mundo. Y allí van todas las potencias occidentales a esquilmar sus recursos pasando por encima de quien sea. Mundo Globalizado dicen….no en todos lados.
Seguro que los tiempos pretéritos tienes muchos agujeros negros, sin duda. Hace muchos años, cuando existía el Congo Belga y otras lindezas europeas en África, tampoco nos esterábamos; o sí lo hacíamos era a tiempo pasado y a través de personas que arriesgaban sus vidas en informarnos.
Pero entonces, quizás ignorantes a ojos de un adolescente actual, vivíamos una vida mejor en el aspecto de relaciones humanas. Valorábamos la amistad, la lealtad, la palabra.
Hoy la palabra vale lo que un like en la mayoría de las ocasiones. Una opinión de “un amigo” de Facebook puede pesar más que la mirada de entonces de un amigo, con la que era suficiente para darte un sí o un no.
Me hago mayor, es cierto, pero echando la vista atrás eso es lo único que recuerdo con nostalgia: el valor de la comunicación cara a cara. Creo en el futuro, claro que creo, pero veo en el comportamiento de mi hija adolescente unas carencias sociales importantes. Hoy los jóvenes viven su vida en vivo, para todos a la vez, ya no tendrán el anhelo de esperar al verano para hablar con los amigos que llegan de fuera y reír escuchando las vivencias de los meses sin verse.

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