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sábado, 17 de marzo de 2012

CONFERENCIA ESPICOPAL, UNA NUEVA OFICINA DE EMPLEO

La Conferencia Episcopal ha decidido aprovechar la actual crisis económica para reverdecer viejos laureles. En un ejercicio de regresión al pasado más casposo, ofrece el sacerdocio como salida a una situación de necesidad. En tiempos pretéritos ya era habitual en la piel de toro que aquellos que podían metían a un hijo o un primo en el sacerdocio, como salida a sus propias penurias económicas y, en último caso, como búsqueda de influencias.
No está mal que la Iglesia decida ofertar la carrera sacerdotal como las universidades ofrecen cualquier otro tipo de estudio. Sin embargo cabría hacer alguna precisión: el sacerdocio, al menos en eso se fundamenta, debe de tener como elemento fundamental la llamada de Dios, la necesidad de quien se acerca a su práctica de tener una carga espiritual importante. La publicidad que se hace desde las huestes de Rouco Varela no hacen hincapié en ello, sino en el marasmo económico, en la necesidad de trabajar...
El avance podría venir desde otras aristas del sacerdocio, como su apertura a las féminas, la posibilidad de acceder al matrimonio... caer en la oferta laboral como salida económica en el momento actual, no deja de presentar el sacerdocio como un negocio.
Claro que uno debe de entender a la Iglesia, una institución donde los recortes llegan en forma de aulas vacías en sus seminarios; también con una sociedad del conocimiento que se instala en posiciones más cerca del laicismo que de la búsqueda de una fe, quizá demasiado manipulada.
La Iglesia, una institución que está por encima de la Conferencia Episcopal, debería centrar sus esfuerzos, no en la búsqueda de nuevos sacerdotes por la vía de una “oferta de trabajo” y sí en que las personas se acercasen a sus seminarios porque en ellos viesen representados la modernidad que una institución milenaria necesita.

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