En este tiempo de reclusión que
estamos viviendo, nos va dando tiempo a descubrir muchas cosas que
llevaban ahí tiempo y en las qué, apenas habíamos reparado. Tal
vez también podamos redescubrir emociones, tiempos e incluso a
personas.
A
buen seguro la mayoría de nosotros no practicamos el ascetismo, ni
tampoco tenemos alma de eremitas. La mayoría somos esclavos del modo
de vida que tenemos y víctimas en este caso de las muchas
necesidades creadas. Sin embargo uno siempre debe de sacar lecturas
positivas, aún navegando en medio de un océano informativo que
está entre lo perturbador y lo desgarrador.
A
diario nos miramos en el espejo sin darnos cuenta de quienes somos,
apenas reparamos en lo que creemos que somos. Estos días, al fin y
al cabo, pueden enseñarnos muchas cosas de nuestra propia
personalidad. Somos animales de costumbres que se nos han alterado
sin previo aviso; modificando nuestro statu quo personal. Quizás
estamos descubriendo que no somos tan fuertes; o que lo somos mucho
más que antes. Ese sillón en el que antes nos sentábamos a ver la
tele ahora se puede convertir en un lugar de recogimiento personal;
también en la representación del hastío y el cansancio.
Tal
vez, no estoy seguro, sería un buen momento para repensar lo que
hemos vivido, analizar lo que tenemos y vislumbrar el futuro con un
tiempo que hace nada no teníamos.
Si
tenemos a alguien a nuestro lado: pareja, hijos, padres, hermanos,
amigos… este tiempo será una prueba de fuego importante. No son
unas vacaciones en las que puedes estar pero puedes salir. Son muchas
horas al lado de personas que crees conocer, que puede que así sea,
pero que también puedes observar de otro modo.
Adoramos
a nuestros hijos, pero de común los dejamos en el colegio antes de
irnos a trabajar y los vemos poco tiempo al día. Ahora es momento de
disfrutarlos, conocerlos, prestarles toda la atención que no de
damos, abrazarlos...y sí, también pueden cansarnos con su
vitalidad, sus ganas o su apatía cuando “son adolescentes
incomprendidos en un mundo de mayores avejentados “.
Queremos
a nuestros padres, les respetamos, mas estamos acostumbrados (la
mayoría) a vivir con ellos pero sin ellos. Les tratamos de un modo
parecido a cómo lo hacen los adolescentes con nosotros. Con cierta
condescendencia. Tal vez sea el momento de aprender de nuestro
pasado, de prestar atención a las emociones que manifiestan cuando
hablan de tiempos pretéritos que siempre es bueno conocer.
A
nuestros amigos, posiblemente les conozcamos mejor que a nuestros
hijos o padres, pero no así, no confinados, no atrapados en la misma
casa. Las verdaderas amistades no se forjan al compartir los buenos
momentos; se labran en el respeto a los espacios y en los malos
momentos compartidos. Aunque esto no sea un guerra, ni sea una
cárcel. Tan sólo la vida nos ha enseñado lo frágiles que somos.
Con
nuestras parejas, esas que elegimos libremente, nos toca vivir un
tiempo complejo. Tanto si estamos con ellas en la misma casa, como si
el azar ha querido que estemos lejos. Sin
duda son situaciones diferentes. En la primera, cuando estamos en
casa 24 horas, todos los días sin más espacio que la vivienda, la
vida puede ser placentera y fantástica; una montaña Rusa sobre un
tornillo de Arquímedes; o un laberinto del que será difícil
escapar. En todo caso, aprovechando el tiempo se puede ahondar en la
personalidad de nuestro par. En la segunda, cuando la distancia
separa los deseos, lleva las emociones al límite y amenaza con
lanzarnos a la aventura irresponsable de salir en su búsqueda, la
comunicación es básica y fundamental. Habrá a quien la verborrea
se le encasquille con el fluir de las emociones; y otros, al
contrario, deberán de buscar en el trasfondo de su lenguaje la mejor
manera de transmitir cuan importante es una persona para ellos.
Dicen
que una golondrina no hace primavera, pero intento ser optimista.
Quiero pensar que en unos días, los que sean, la vida volverá poco
a poco a ser como antes. De lo que sí estoy seguro es de que
nosotros, no seremos los mismos. Este tiempo supone todo un examen
para con nosotros mismos y nuestro entorno.
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