LUGARES PARA SOÑAR

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jueves, 2 de abril de 2020

DESCUBRIR.


En este tiempo de reclusión que estamos viviendo, nos va dando tiempo a descubrir muchas cosas que llevaban ahí tiempo y en las qué, apenas habíamos reparado. Tal vez también podamos redescubrir emociones, tiempos e incluso a personas.

A buen seguro la mayoría de nosotros no practicamos el ascetismo, ni tampoco tenemos alma de eremitas. La mayoría somos esclavos del modo de vida que tenemos y víctimas en este caso de las muchas necesidades creadas. Sin embargo uno siempre debe de sacar lecturas positivas, aún navegando en medio de un océano informativo que está entre lo perturbador y lo desgarrador.

A diario nos miramos en el espejo sin darnos cuenta de quienes somos, apenas reparamos en lo que creemos que somos. Estos días, al fin y al cabo, pueden enseñarnos muchas cosas de nuestra propia personalidad. Somos animales de costumbres que se nos han alterado sin previo aviso; modificando nuestro statu quo personal. Quizás estamos descubriendo que no somos tan fuertes; o que lo somos mucho más que antes. Ese sillón en el que antes nos sentábamos a ver la tele ahora se puede convertir en un lugar de recogimiento personal; también en la representación del hastío y el cansancio.
Tal vez, no estoy seguro, sería un buen momento para repensar lo que hemos vivido, analizar lo que tenemos y vislumbrar el futuro con un tiempo que hace nada no teníamos.

Si tenemos a alguien a nuestro lado: pareja, hijos, padres, hermanos, amigos… este tiempo será una prueba de fuego importante. No son unas vacaciones en las que puedes estar pero puedes salir. Son muchas horas al lado de personas que crees conocer, que puede que así sea, pero que también puedes observar de otro modo.
Adoramos a nuestros hijos, pero de común los dejamos en el colegio antes de irnos a trabajar y los vemos poco tiempo al día. Ahora es momento de disfrutarlos, conocerlos, prestarles toda la atención que no de damos, abrazarlos...y sí, también pueden cansarnos con su vitalidad, sus ganas o su apatía cuando “son adolescentes incomprendidos en un mundo de mayores avejentados “.
Queremos a nuestros padres, les respetamos, mas estamos acostumbrados (la mayoría) a vivir con ellos pero sin ellos. Les tratamos de un modo parecido a cómo lo hacen los adolescentes con nosotros. Con cierta condescendencia. Tal vez sea el momento de aprender de nuestro pasado, de prestar atención a las emociones que manifiestan cuando hablan de tiempos pretéritos que siempre es bueno conocer.
A nuestros amigos, posiblemente les conozcamos mejor que a nuestros hijos o padres, pero no así, no confinados, no atrapados en la misma casa. Las verdaderas amistades no se forjan al compartir los buenos momentos; se labran en el respeto a los espacios y en los malos momentos compartidos. Aunque esto no sea un guerra, ni sea una cárcel. Tan sólo la vida nos ha enseñado lo frágiles que somos.
Con nuestras parejas, esas que elegimos libremente, nos toca vivir un tiempo complejo. Tanto si estamos con ellas en la misma casa, como si el azar ha querido que estemos lejos. Sin duda son situaciones diferentes. En la primera, cuando estamos en casa 24 horas, todos los días sin más espacio que la vivienda, la vida puede ser placentera y fantástica; una montaña Rusa sobre un tornillo de Arquímedes; o un laberinto del que será difícil escapar. En todo caso, aprovechando el tiempo se puede ahondar en la personalidad de nuestro par. En la segunda, cuando la distancia separa los deseos, lleva las emociones al límite y amenaza con lanzarnos a la aventura irresponsable de salir en su búsqueda, la comunicación es básica y fundamental. Habrá a quien la verborrea se le encasquille con el fluir de las emociones; y otros, al contrario, deberán de buscar en el trasfondo de su lenguaje la mejor manera de transmitir cuan importante es una persona para ellos.

Dicen que una golondrina no hace primavera, pero intento ser optimista. Quiero pensar que en unos días, los que sean, la vida volverá poco a poco a ser como antes. De lo que sí estoy seguro es de que nosotros, no seremos los mismos. Este tiempo supone todo un examen para con nosotros mismos y nuestro entorno.

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