LUGARES PARA SOÑAR

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cerrar lo ojos y sentir

sábado, 18 de abril de 2020

LOS LUGARES SOMBRÍOS


Dicen que cuando las cosas vienen mal dadas es cuando aflora lo mejor y lo peor de las personas. En las situaciones de estrés cada uno respondemos en función de nuestra fortaleza interna, del entorno que tengamos y de las emociones del momento. Eso es fácil de comprender. Y también es bueno tomar cierta distancia con esas reacciones para valorarlas con posterioridad en su justa medida.
Sin embargo, con el paso de los días, van aflorando conductas en algunos que muestran cuan mezquina puede resultar alguna gente. Pintadas en coches, carteles o notas insultando; políticos mintiendo sin pudor; noticias falsas o creadas con el único fin de hacer daño… Hay individuos a los que observándolos con una mirada amplia se les descubren muchos lugares sombríos en los que dejan salir pensamientos perturbadores que nos afectan a todos.
Dicen que el tiempo pone a cada uno en su lugar; yo no estoy tan seguro cuando de lo que se habla es de medrar a costa de quien sea. No importa como de fangoso sea el camino o la ristra de suciedad que dejes a tu paso.
Nos acercamos a las redes sociales para, parapetándonos tras ellas, lanzar todo tipo de acusaciones o aplausos (dependiendo de los intereses) sin tener en cuenta nuestro día a día. Cabría, en este punto, ver cómo es el mundo que nos rodea, ese universo cercano en el que vivimos y al que no siempre prestamos la atención debida. ¿Hacemos todo lo necesario? ¿Nos comportamos de manera ejemplar? ¿Podemos hacer algo más? Honestamente creo que no. Pero es mucho más fácil hablar de lo mal o bien que lo hacen a 200km.
Como sociedad este encierro demuestra muchas cosas buenas, estupendas. Entre ellas alguna que no esperaba de un pueblo como el español, paciencia. Tal vez porque no queda otra o porque salir a la calle implica jugarnos el bolsillo o la salud, pero estamos siendo mucho más pacientes de lo esperado. Lo mismo que los italianos o franceses. A los latinos nos hierve la sangre con facilidad. Pero también este encierro está mostrando cómo somos con los que no piensan o sienten como nosotros. Y uno no puede más que recordar la trágica Represión que vivió este país durante los quince años posteriores a la Guerra Civil. Años en los que unos vecinos señalaban a otros para que “la autoridad” se los llevase por delante. No es muy diferente cuando pintamos un coche a una doctora que lo único que hace es cuidarnos. Esa parte es una de las que más detesto de nuestra sociedad.
En muchos españoles anidan, en los lugares sombríos de su alma, pensamientos maniqueos y cainitas. Anida un odio por el diferente que está ahí, que siempre ha estado y que hace poco aflora desde los partidos políticos de carácter ultra. Partidos que no están para hacer política, que va; están para llenarse las alforjas de dinero público e invadir el pensamiento colectivo de ese hedor nauseabundo que desprende el odio al diferente. Su arbitrariedad les nubla el entendimiento si es que alguna vez lo tuvieron.
España nunca será una nación de patriotas, somos de mirarnos demasiado al ombligo y de señalar la falta de redondez del de al lado. Somos de guerra de guerrillas, de emboscadas al alba; de cuchilladas por la espalda. Podremos unirnos en ocasiones, como lo hicimos cuando España ganó el mundial de fútbol, pero durará poco. Tan poco como lo que tardaron entonces algunos en decir que la mitad de aquella selección era catalana y que ganaron por ellos. Argumentario tan falaz como cualquiera de los de ahora. Entroncado con los lugares sombríos de las mentes de muchos.


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