Tengo ganas de volver a verte,
de verte sonreír mientras tomamos una cerveza. Mientras compartimos
un pincho o unas patatas en cualquier cafetería. Tal vez un paseo
por un andén que recuerde a otro tiempo.
Tengo
ganas de salir a la carretera en tu compañía y dejarnos llevar por
la música mientras el coche nos lleve de un lugar a otro. Nada es
más grato que descubrir lugares con encanto a tu lado.
Tengo
ganas de abrazarte, de transmitirte en un abrazo mucho más que un
sentimiento. Abrazarte para hacerte sentir que todo puede ser
posible. Que pese a la aspereza del camino, merece la pena caminar.
Tengo
ganas de besarte, de sentir tus labios en los míos. De volver a
sentir la emoción de esos besos que nunca se acaban aunque duren
breves segundos. Besos que expresan mucho más las palabras.
Tengo
ganas de recorrer la piel de tu cuerpo con los dedos de la mano; de
seguir memorizando con los labios aquellos lugares en los que ambos
sabemos que todo cambia en un segundo.
Tengo
ganas de hacerte el amor, de soslayar los malos momentos y
abandonarme contigo a un torbellino de emociones, placer y gozo.
Estar en ti y que tú estés en mí. De mirarte cuando todo termine
sin que nada acabe.
Tengo
ganas de arramblar con la vida, de cambiarlo todo para dejar las
cosas igual y contribuir a nuestra mutua utopía. De emprender un
camino sin retorno, en el que los viajeros finales seamos nosotros
más allá de la compañía.
Tengo
ganas de que todo acontezca, de que todo sea verdad, de que el futuro
sea eso...futuro. Pero al que se pueda acceder desde el presente.
Masticando muy despacio, para que la digestión sea buena y el sueño
plácido.
Vienes?
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