Ella
es el trazo sutil que lleva a un lienzo de cuadro a obra maestra; de una pared
cualquiera a la galería de un museo.
Ella
vive con la sencillez de quien no necesita mucho para ser feliz, apenas lo
preciso para seguir camino y encontrar su lugar.
Ella
siente para dentro, como hacen quienes son capaces de destrozarse el alma por
mantener un sentimiento.
Ella
se aferra a los ideales en los que cree, como harían los estoicos, en un tiempo
en el que las convicciones están en desuso o en venta.
Ella
brilla con luz propia, sin necesidad de adornos vacíos o atavíos estériles. Brilla
con la luz que desprende su mirada, con su sonrisa.
Ella
ha estado siempre, a pesar de mi estupidez, a pesar de no haber sido merecedor
de un sacrificio para el que todavía no sé si es suficiente recompensa.
Ella
representa la lealtad de los que, conociendo tus debilidades, nunca se hacen a
un lado aportando esos intangibles que tanto valor tienen.
Ella
despierta todas mis pasiones; sujeta con maestría la aguja de marear que convierte
la pasión en diversión, en goce e ilusión.
Ella
es merecedora de que dé lo mejor de mí; de que me esfuerce; de que camine de su
mano; de que emprenda ese camino que ambos conocemos.
Ella…
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