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miércoles, 22 de septiembre de 2010

EXPULSIONES DE GITANOS Y OTROS

En estas semanas estamos asistiendo a un episodio peligroso en el ámbito social, que bien podría alterar el orden establecido a la fuerza tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. Y lo curioso del caso es que, como en otras épocas históricas, hemos decidido mirar hacia otro lado.

Vivimos épocas difíciles en lo económico, lo saben bien quienes deben subsistir en trabajos remunerados en condiciones infrahumanas o de manera ilegal. Ellos, esa mano de obra que los ricos utilizamos sin escrúpulos cuando nos va bien, son los primeros en molestarnos cuando vienen mal dadas.

Nos pasa eso con los trabajadores que vienen a nuestros países de otras latitudes en busca de fortuna, los utilizamos hasta que nos son útiles para declararlos, a la vuelta de dos días, como ineficaces o carentes de utilidad.

Los sistemas democráticos sólo son posibles en situaciones de bonanza económica, cuando la situación económica está sólidamente instalada; cuando la balanza oscila demasiado y se ve afectada la economía en sus pilares básicos, la democracia se mece con ella. Y con ese vaivén se mecen los derechos fundamentales. Que dejan de serlo al antojo de unos cuantos.

El pueblo gitano siempre se ha caracterizado por una falta de adaptación a las sociedades plurales con las que le ha tocado vivir, eso es cierto; pero no es menos cierto que han estado denostados desde tiempos inmemoriales lo que, en cierto modo, justifica su encerramiento sobre sí mismos.

Durante las deportaciones nazis no sólo se deportaron judíos (pues parece que eso es lo que quieren vender) también fueron exterminados casi un millón de gitanos, pero parece que no cuentan igual; tal vez porque desde la altivez de occidente siguen siendo ciudadanos de segunda clase.

Ahora se está produciendo un hecho similar, como bien decía la comisaría Reding. La diferencia estiba en que se está haciendo de manera “alegal”, con el beneplácito de los demás países que forman el núcleo duro de la Unión. Y uno no puede más que preguntarse ¿por qué?. Si son ciudadanos de Rumania y Bulgaria y ambos países forman parte de la Europa de los 27, y por tanto se benefician del tratado de libre circulación de ciudadanos, ¿qué les hace susceptibles de ser deportados? ¿Vamos a suspender el tratado y regresar a las fronteras?

No lo creo, más bien podríamos estar hablando de dos cosas diferenciadas: por un lado un utilitarismo desmesurado por parte de los países fuertes de la zona Euro de los recién llegados en plan (esto lo usamos y esto no lo queremos. O por otro lado, y esto es lo más denigrante, utilizamos a los gitanos, cíngaros y demás etnias, como chivos expiatorios de una situación económica interna de la que sólo somos culpables nosotros.

Para el ciudadano medio, que ve como su sueldo alcanza cada día para menos cosas, estas políticas de expulsiones pueden incluso ser como un bálsamo interno que suavice su enfado con la clase dirigente. Lo peor es que estamos mostrando al mundo que no somos mucho mejores que los dictadorzuelos de cualquier país de África u otras latitudes. Salvo porque lo hacemos abrazados todos juntos, y es conocido que si ten dan todos no puedes quejarte de ninguno.

A lo peor, de estos barros, un día tendremos lodos que no seamos capaces de limpiar.

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