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jueves, 29 de diciembre de 2011

EL TREN QUE PERDEMOS

En la vida todos hemos perdido algún tren, hemos dejado pasar alguna oportunidad importante para nosotros; bien sea económica, bien sea laboral, bien sea un amor que se paseo ante nosotros sin percibirlo...

Sin embargo hay un tren que, a mi modo de ver, estamos dejando pasar para quizá tardar mucho tiempo en tener la oportunidad de volver a verlo, siquiera cerca. Me refiero a ese tren cargado de derechos y libertades que el sacrificio de muchos puso a nuestro alcance.

Es triste ver como en los últimos años las decisiones de las élites financieras han ido recortando todos los ideales que hicieron prosperar a la sociedad. La lucha por los Derechos Civiles, la persecución de derechos elementales como la vivienda, el trabajo, etc. se están marchando por el desagüe de una sociedad, la actual, que ha dejado de luchar porque se ha acomodado en la poltrona víctima de su propia laxitud.

Las generaciones que me preceden vivieron épocas convulsas, en las que el mero hecho de opinar era castigado incluso penalmente. Desde esa época, que está demasiado reciente en el tiempo a pesar de la poca memoria interesada de mucho, hasta nuestros días, la pérdida de derechos y sobre todo de ideales, ha sido de tal calado que miro hacia el exterior y sólo hay marasmo.

La juventud vive imbuida de una pátina absurda de comodidad ficticia; plácidamente viviendo en el hogar familiar a costa de los padres; unos padres que los mantienen así porque ellos si vivieron momentos crudos que pretenden ahorrar a sus hijos. Y es un error, los padres deberían empujar a sus hijos a una lucha real por su propia vida. Entendida esta como una búsqueda de su propio lugar en el mundo, y que no puede ser a dos metros de sus progenitores.

Pero somos nosotros, los herederos de aquellos que verdaderamente lucharon porque nosotros vivamos como lo hacemos, los que estamos haciendo un flaco favor a su memoria. Nosotros tenemos mucha de la responsabilidad de permitir que un puñado de chorizos sin escrúpulos sitúen a quien ellos quieran en nuestros gobiernos.
La democracia real que tanto propugnan algunas plataformas en estos días de hastío, no es más que una rémora de lo no hecho. Después de mucho tiempo disfrutando del Estado de Bienestar; nos damos cuenta ahora, que nos lo tocan, de que no se mantiene sólo, que sin el esfuerzo de todos nada es posible.

Para mí sería muy triste dejarle como herencia a mi hija una sociedad en la que todo viviese una regresión de cincuenta años enmascarada, eso sí, con una pincelada de modernidad. Nada mejor para controlar las mentes dormidas de los jóvenes que la manipulación fácil de las voluntades a través de ordenadores, tablets, smarfones, etc.

Los medios de comunicación han sido siempre el cuarto poder del Estado, desde las diferentes plataformas se llegan a modificar conductas políticas de estómagos agradecidos que son incapaces de vislumbrar el futuro más allá de sus cuentas corrientes.

El tren de la democracia real, de ese utópico se está alejando de nuestra sociedad a la velocidad de la tan manida Alta Velocidad. No hay mucho margen para poder asirse y luchar por ella. Confío en que seamos capaces de mantenernos sujetos y que tengamos la capacidad de arrastrar a otros del inmobilismo en el que se encuentran.

Observar estos días los magnos funerales que se celebran en Corea del Norte, y salvando las afortunadas distancias, nos indican hasta que punto se pueden manipular voluntades. Unas con miedo, otras con el simple desconocimiento de otra realidad.
Quizá los norcoreanos no conozcan, ni puedan conocer, otra forma de vida, pero aquí, que sí podemos hacerlo, pareciera que nos pudiesen manipular de una forma similar...
Son muchos los jóvenes de nuestras sociedades cuyo mundo no se aleja mucho más allá del jardín de casa...

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