Que Baltasar Garzón tiene muchos enemigos no es algo nuevo para todos; muchos de ellos se los ha buscado a pulso entre una clase política que, temerosa de si, hace grupos de presión capaces de arrastrar la voluntad otros jueces para poder encausarlo, condenarlo, apartarlo en otras palabras, de la vida judicial.
No soy docto en leyes y, por tanto, no debo dudar de la existencia de los delitos que le han sido imputados y por los que ha sido juzgado, está siendo juzgado pueda juzgarse; pero lo que un Estado no puede permitirse es el lujo de dejar desprotegido a un ex-juez que ha luchado contra todo y contra todos.
La retirada de parte de su escolta obedece, sin duda, a una decisión premeditada, pensada y oportunista.
Cabría preguntarse qué pasaría si a este ciudadano le ocurriese algo por carecer de la protección debida, supongo que los responsables políticos de turno dirían que lo lamentaban mucho (con la boca pequeña). Pero lo cierto es que a quien ha perseguido a terroristas de todos los colores, traficantes sin escrúpulos, etc; quien se lo ha llevado por delante han sido los políticos corruptos, esa clase de delincuentes que tanto daño hacen a nuestro país y que se jactan en privado (algunos también en público) de manipular al justicia cómo y cuando quieren.
Expía Garzón su atrevimiento para con una parte de la política que es incapaz de soltar amarras reales de su pasado ya lejano pero tan presente. Garzón es quizá una víctima de si mismo, de su propio ego; pero también es un ciudadano con derechos, y entre ellos el derecho a la protección policial por ser alguien muy amenazado.
Zaplana le cuesta a la Comunidad Valenciana una barbaridad al año en seguridad, ya que es esta comunidad quien se hace cargo de su vigilancia...y nadie dice nada...es para reírse si no fuese porque es demasiado grave...
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