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jueves, 19 de mayo de 2011

AMENAZA TORMENTA

A estas horas los boletines informativos de todas las emisoras de radio, las rotativas de los periódicos y los demás medios de comunicación están en lo mismo: oteando el horizonte para ver cómo se desarrollan las cosas pues amenaza tormenta.
Hace unos días, cuando las revueltas en el mundo musulmán asomaban al primer plano de la actualidad reflexionaba sobre la conveniencia de una revuelta en Occidente. Y parece que mis reflexiones de entonces no estaban muy desencaminadas.
El desencanto de la sociedad va en aumento con una clase dirigente que nos ha expuesto, como mercancía, antes aquellos que han jugado con nuestros intereses mientras nosotros nos flagelábamos entre trabajos de medio pelo o conservando los escasos ahorros que tenemos en cualquier caja o banco más o menos seguro.
Aparentemente este movimiento social tiene su origen en la red, y no pretende manipular las inminentes elecciones, etc. Esto es importante, toda vez que formar parte de una sociedad que ha sido manejada como una marioneta durante bastante tiempo.
Lo que se pretende es una regeneración democrática, una suerte de renacer social donde aquellos llamados a dirigirnos vayan a hacerlo desde otra perspectiva. Tomando en cuenta a la sociedad y no gobernando al margen de ella. La búsqueda de utopías ha acompañado al hombre desde que es hombre. Y también en el aspecto social.
Aspirar a una democracia mejor no sólo supone exigir más sino ser capaces de asumir una cuota de responsabilidad mayor. Implica abandonar prácticas tan maravillosas como evadir impuestos, la economía sumergida, no declarar, intentar pagar menos impuestos… mejorar la sociedad implica necesariamente la asunción de responsabilidades por parte de todos los actores implicados: sociedad y dirigentes. ¿Estamos dispuestos a ello?
Por otro lado, todo proceso democrático lleva su tiempo y revertir un modo de funcionamiento como el nuestro implicará no menos de una década. Estoy de acuerdo con que no podíamos quedarnos de brazos cruzados ante la salvación “sí o sí” de un sistema, el capitalista, que ha fracasado de manera estrepitosa, al menos como lo conocemos. No puede ser la solución la inyección de dinero por parte de la ciudadanía para que los mismos que nos llevaron a la bancarrota sigan gobernando.
Bien es cierto que el cambio debería ser más profundo de lo que se cree; siendo época electoral todo el mundo habla de lo mismo: política, paro, dinero. Mas el cambio más importante sería el cambio en el interior de la sociedad, la búsqueda de unos valores acorde con el mundo que estamos viviendo. Es difícil mantener una misma velocidad en todos los cambios sociales, pero echando la vista atrás uno descubre que los estratos sociales siempre han estado presentes y que a nadie se le ha ocurrido reducir las distancias, más bien al contrario; estas distancias se han acentuado todavía más.
Está claro que un primer paso puede ser manifestar públicamente nuestro descontento con quienes manipulan la realidad de forma tal que vivimos según ellos quieran que lo hagamos.
Las redes sociales se escapan al control de los medios de comunicación, verdadero eje vertebrador de la manipulación que se lleva a cabo desde el poder establecido. Y por ello se trata de movimientos imparables que terminan arrastrando a estos medios. Sí este movimiento social es capaz de provocar en los medios de comunicación una regeneración será posible que se cambie la democracia tal y como la conocemos.
Los grupos de presión son los verdaderos amos del mundo, hasta ahora hemos sido marionetas en sus manos, quizá debamos apuntar hacia ellos y no hacia la clase política solamente. Sin dejar de reflexionar sobre nuestro propio papel actual y el que queremos representar en nuestro propio futuro.

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