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sábado, 14 de mayo de 2011

ILUSIONES

Quizá uno de los grandes males de la sociedad moderna sea la falta de Ilusiones individuales; en un mundo globalizado vivimos la ilusión colectiva de ganar un partido como algo habitual y, por el contrario, carecemos de ilusiones individuales a medida que nos desarrollamos como adultos.
El pragmatismo de la vida ha logrado que la ilusión se convierta en algo recóndito en nuestra memoria.
De pequeños nos pasamos las horas con la ilusión entre los ojos, las distorsiones de la realidad presente y futura son el día a día de la adolescencia, de la juventud…momentos donde el hervor de las neuronas en desarrollo es capaz de recrear en nuestra mente películas de un estilo u otro, según las apetencias de cada uno.
Es al llegar a la edad adulta cuando, sin que sea necesario, abandonamos la ilusión por una sobredosis de realidad que termina fundiéndonos los plomos hasta límites poco razonables.
Hoy día la mayoría de las muertes en el mundo occidental tienen mucho que ver con la atomización mental de una realidad que no somos capaces de asimilar en su totalidad. Apartamos la ilusión por el mañana bajo la presión de hoy, del ahora.
La inmediatez de los acontecimientos ha logrado aparcar en la acera de nuestra vida la ilusión por lo que puede llegar, por lo que quisiéramos alcanzar.
No podemos vivir sin ilusiones, pues son éstas las que de verdad nos mueven y nos conmueven. Incluso cuando una de ellas es frustrada por la manida realidad.
Nuestra vida es el hoy, es cierto, pero también lo es el mañana. Y ese mañana no es tangible, no podemos medirlo, tan sólo podemos recrearlo de modo ilusorio en nuestra consciencia.
Sin ilusiones no serían posibles los avances de la ciencia, los tropiezos con descubrimientos que fueron hollados cuando se buscaban quizás otras cumbres. La ilusión de un montañero puede estar en alcanzar la cima, pero también en hacerlo por un lugar por donde nadie antes la había alcanzado.
Está claro que no podemos vivir de ilusiones, mas sin ellas no lo veo posible. En todo caso podemos sobrevivir, transitar por la vida como robots movidos por la intangible fuerza de la sociedad. Somos autómatas de un mundo que camina rápidamente hacia el aciago mundo de la soledad. Cada vez nos comunicamos menos en persona, y así no es posible averiguar qué nos pasa, todo lo más intuirlo por una manera de escribir, de hablar.
Los grandes escritores de la ilusión, como Julio Verne, como Isaac Asimov llevaron la ilusión hasta terrenos inexplorados entonces; fantasiosos mundos recreados en su imaginación que se convirtieron en realidad con el paso de los años.
No, no podemos vivir sin ilusión, no merece la pena.

1 comentario:

  1. Cada día nos acostamos con una ilusión, en mayor o menor medida, y también nos levantamos con ilusiones que nos hacen afrontar el día que comienza. Como se suele decir, de ilusiones también se vive, aunque nunca lleguen a cumplirse.

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