LUGARES PARA SOÑAR

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cerrar lo ojos y sentir

lunes, 2 de mayo de 2011

QUISIERA SENTARME EN SU BANCO

Muchas son las ocasiones en las que me he quedado observando a las diferentes personas que acuden cada día a los bancos públicos de mi ciudad. Pasamos muchas veces por parques y alamedas sin tener en cuenta a los habitantes que ocupan su escaño particular, a cualquier hora, en cualquier ciudad.
Y les he mirado por que cada una de esas personas representa, en si misma y en conjunto, como es una parte de la sociedad.
Somos un conglomerado de sueños, de pensamientos, de éxitos, de fracasos, de posibles e imposibles, de sentimientos y frialdad…y todo ello tiene su reflejo en estos bancos.
En éste se sienta un abuelo con su nieta, los ojos abiertos de ella reflejan, sin duda, la admiración que siente por el maravilloso contador de historias que es su abuelo.
En aquel, una pareja de adolescentes entrelaza sus manos observando tímidamente a derecha e izquierda por si tropiezan con una mirada inquisitiva de un adulto que pudiese observarles.
Al otro lado, en aquel banco lejano, un anciano conversa con palabras breves con las palomas, ajeno a cuanto le rodea, absorto entre si mismo y el aleteo de tanta ave.
Lejos, en el rincón de la plaza, dos “chuliños” apuran su cartón de vino barato, ajada su piel por las muchas horas a la intemperie y los hábitos que les han hecho hacer de aquel lugar su morada provisional.
Hay jaleo en este de aquí delante; un grupo de jóvenes estudiantes habla, ríe, bromea, jalea…qué recuerdos de juventud, cuando sentado en un banco como éste hacía las mismas o parecidas cosas…pasa el tiempo sí.
Pero es más allá, en aquel banco tan apartado, donde mis ojos se centran: Un hombre contempla en soledad el mundo que tiene ante sí… lágrimas de tristeza parecen correr por sus mejillas; quisiera poder sentarme en su banco, en silencio, mirando al frente, compartiendo quizá con él sus penas, sus sueños, mis sueños…

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