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miércoles, 18 de mayo de 2011

¿Qué hacer? ¿Votar? ¿Abstenerse? ¿Votar en blanco? ¿Manifestarse?

Estamos a menos de tres días del final de la campaña electoral para estas próximas elecciones municipales. Quedan pues tres días para la jornada de reflexión, una jornada que se entiende dedicada pensar qué hacer al día siguiente.
No es este un momento donde los políticos tengan un especial seguimiento, en el horizonte electoral pocos son los que pueden presumir de arrastrar masas, más bien todo lo contrario. Los mítines se llenan en uno y otro punto de nuestra geografía gracias a la labor de transporte realizada por los acólitos de los partidos que se afanan en arrastrar hasta pabellones y plazas de toros a ociosos jubilados que enarbolen sus banderas como si de una fiesta taurina se tratase…quizá muchos no pidan las orejas…sino…
Yo, como otros tantos, me pregunto todavía qué hacer y cómo hacerlo. En una elecciones municipales hay variables que no se pueden trasladar a unas nacionales. Aquí decidimos quien va a dirigir nuestra ciudad los próximos cuatro años y, en buena lógica, deberíamos pensar quien está mejor cualificado independientemente de sus colores políticos. Lamentablemente no siempre actuamos así.
Votar es, a mi modo de ver, imprescindible dentro del juego democrático en el que quiero participar. Da igual si voto en blanco, en rojo, en azul, en negro u otro color; lo importante es hacerlo.
Bueno sería, dado el descontento manifiesto con la clase dirigente, que en estas elecciones hubiese un voto próximo al 100% aunque el 40% o más votase en blanco. Así quedaría constatación de que la sociedad es madura, y de que no estamos de acuerdo con la forma de gobernar de quienes detentan un poder que nosotros le otorgamos a través de las urnas.
Somos una sociedad que disfruta de la libertad de voto desde hace menos de cuarenta años y, por tanto, deberíamos hacer un uso responsable de un derecho que debería ser inalienable.
Los políticos, todos ellos manifiestamente mejorables, se han acostumbrado a gobernar por encima de corruptelas y corrupciones; de sobornos y chanchullos. Es el país del todo vale, del da igual. Es esta una sociedad con tan poco nivel democrático y sobre todo político, que cualquier ladrón se puede presentar a las elecciones y ganarlas.
Algunos defenderán que en eso consiste la democracia y la libertad, para mí, sin embargo, tan sólo pone sobre el papel la poca cultura política de una nación que todavía no se ha liberado de la política caciquil, del favoritismo…
El derecho de manifestación, tan mal empleado habitualmente, también debería servirnos en estos momentos para reflejar de forman notoria nuestro descontento con quienes salen atribulados estos días en los diferentes vídeos electorales.
Los candidatos y candidatas son conscientes, muchos de ellos, de que se presentan sin estar capacitados; algunos incluso figuran en las listas sin posibilidades y por un golpe de suerte terminan en plenos municipales sin saber para que sirve un bolígrafo…
No es fácil afrontar unas elecciones en momentos como éste. Nos están vendiendo las municipales como unas generales, cuando ahora se trata de decidir quien arregla las aceras de mi ciudad. Y para ello no debo de tener en cuenta quien va a gobernar en Madrid, dado que si así lo pienso, terminaré por situar en mi ayuntamiento a quien desde Madrid me digan…

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