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martes, 8 de noviembre de 2011

LA VIDA QUE NOS TOCA

Desde que era pequeño he oído decir aquello de: “es la vida que nos toca”; frase que repetían los mayores de mi alrededor cuando ocurría algo entre los que vivíamos en el entorno.
Las personas siempre han sido conformistas en este sentido, asumen lo que les sucede como algo que tendría que ocurrir, que “estaba de ser”. Yo siempre me he planteado preguntas al respecto.
¿Hasta qué punto influyen nuestras decisiones presentes en nuestro inmediato futuro? ¿Hasta dónde llegan realmente nuestras capacidades individuales y cómo nos pueden afectar las decisiones de otros? ¿Somos, realmente, dueños de nuestras vidas?
Hubo una época de mi vida en la que creía que sí, que la capacidad de decisión y determinación de una persona era paralela a sus vivencias personales. Con el tiempo he ido aprendiendo que somos sólo relativamente dueños de nuestra existencia.
¿Por qué afirmo esto? Es una respuesta sencilla de razonar. Como individuo me considero capacitado para decidir qué quiero hacer en mi vida futura con arreglo a mis capacidades. Sin embargo las decisiones de terceros pueden ser capaces de alterar toda mi construcción personal, hasta el punto de desmoronarla como un castillo de naipes. Incluso ello podría hacerlo alguien sin tener en cuenta mi situación, mi vida, mis decisiones.
En un hipotético futuro un gobernante decide suprimir el carácter “vitalicio” del puesto de funcionario y nos vamos a la calle, nos quedamos sin trabajo. Esa decisión de una persona destruiría de un plumazo el modo de vida de cientos de miles de personas. Y quien tomase esa decisión, aun consciente del daño que podría causar, sería incapaz de conocer cada situación individualmente y, por tanto, se sentiría liberado de la carga de lo conocido.
La vida que nos toca vivir no es, por tanto, aquella que, en virtud del libre albedrío, nos tocará. Sino fruto de una concatenación de decisiones propias y ajenas capaces de modificar, o no, nuestra existencia.
Creo, ahora lo tengo más claro que hace años, que la vida que viviré en el futuro será el resultado, a partes casi iguales, del resultado de mis decisiones y de la consecuencia de las decisiones de otros. Encontrar el equilibrio entre unas y otras es una labor a la que pienso entregarme.
Actualmente no me gusta mi vida, quiero cambiarla, sé que necesito esforzarme mucho más para lograr cambios significativos; mas estoy en ello. Podría decir que en este preciso instante atisbo el futuro con una sonrisa. Sé que será un camino salteado de oscuros agujeros donde poder caer en cualquier instante. Mi labor será ir por el camino seguro y transitar por ambiguo tendiendo puentes y asideros por los que pasar agarrado.
La vida que nos toca vivir

1 comentario:

  1. No se trata de dejarse llevar, por supuesto que no, pero no creo tampoco en la lucha, creo en la devolución, mi realidad cambia a cada momento, en base a la realidad de los demás, puedo copiar lo que me gusta puedo variar mi espacio diminuto y permitir que otros lo vean y me copien, seria un flujo interesante ¿no crees?... un saludo

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