LUGARES PARA SOÑAR

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lunes, 1 de octubre de 2012

CAMINO AL INFIERNO

No hace mucho que escuché una frase que me hizo reflexionar, decía así: “el camino que lleva al infierno está sembrado de buenas intenciones”...sin duda toda una frase que invita a la reflexión. El contexto nada tiene que ver con lo religioso, no hablo de un lugar metafísico en el cual los manidos actos buenos nos lleven a un lugar y los malos a otro diferente. Se trata de algo más mundano, más fácil de entender. Situémonos en una sociedad civil que trata de avanzar en un mundo en el que también se instalan las malas intenciones. No cabe ninguna duda sobre la dualidad casi maniqueista que sitúa lo bueno a un lado y lo malo al otro. Por un lado tenemos lo que quieren avanzar en derechos, mejorar la calidad de vida de los habitantes del mundo, los que buscan la igualdad, etc. En el otro lado se sitúan los que viven bien en medio del caos, los que medran en la sombra de la desazón y el dolor ajeno. Para los primeros tomar cualquier medida represora supone un golpe sobre el eje vertebrador de su interpretación de la realidad, una realidad casi siempre utópica en la que yo, personalmente, me siento cómodo. Los otros, los que se sitúan al otro lado, aplauden esa incapacidad de socavar las libertades por parte de los buenos. Para quienes buscan el caos que quienes defienden la equidad y el orden sean incapaces de emprender acciones que mermen, de algún modo, los derechos adquiridos no hace más que situar en sus caras una gran sonrisa. Para ellos no hacemos otra cosa que sembrar el camino por el que ellos pasarán sin mirar qué pisan ni cómo. El terrorismo, por hablar de un extremo último, se hace más peligroso cuando se produce en sociedades que defienden la libertad del individuo sin ambages. Medra en ambientes políticos donde la instauración de leyes duras se interpreta como represoras... al final, las buenas intenciones de quienes defendemos la idea de libertad se ven machacadas por aquellos que ven en ello el camino llano por el que aniquilar con violencia todo lo que se interpone entre sus ideas y las nuestras. Está claro que querría vivir siempre en un Estado de Derecho pero también tengo claro que con buenas intenciones no se va a ningún lado. Debemos tener claro que salvaguardar los derechos debe llevar implícito que no puede haber café para todos. Está bien tener una sociedad plena de servicios universales (educación, sanidad, etc) pero...¿para todos? ¿debe soportar nuestra sociedad de derechos el mal uso que hacen de ellos quienes se benefician sin aportar nada? O por el contrario ¿deberíamos tener medidas que protegiesen esos derechos sin prejuicio de parecer que queremos cerrar puertas a otros?. Un ejemplo práctico sería Suiza, un lugar donde cualquiera que llegue y trabaje se sitúa en el umbral de los mismos derechos que los oriundos, sin embargo tienen claro que los primeros beneficiados de cualquier medida protectora son en primer lugar los suizos. ¿Es ello criticable? Seguramente sí, si nos situamos en la atalaya de la igualdad mas esa buena intención de la utopía igualitaria no es más que eso, una utopía. En el mundo real sólo la protección de los derechos adquiridos puede mantenerlos vigentes. Y si para ello es preciso situarnos en el horizonte de medidas que pueden parecer excluyentes quizá habría que hacerlo desde el mundo real y no desde la utopía. Así sería más fácil de entender.

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