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jueves, 16 de diciembre de 2010

Verdades Reveladas

Durante estas dos semanas que he permanecido más o menos disminuido en mis facultades físicas por diferentes motivos de salud, he estado reflexionando sobre como se mueve el mundo a mí alrededor, cómo la sociedad en la que vivo y aquellas que he podido ver, observar, estudiar o leer...
Todas tienen un patrón de comportamiento similar, todas se creen el eje central sobre el que debe vertebrarse el mundo. Cada una de esas sociedades asume sus Verdades Reveladas como las importantes, las únicas, las que verdaderamente valen. ¿En qué se diferencian entonces? En una única cosa, en cómo entienden y respetan o no, las Verdades de los demás. La diferencia está en la tolerancia. En la capacidad de permitir la coexistencia...
Por Verdades Reveladas entiendo unas cuantas que son comunes: Religión, Forma de Gobierno, respeto o no a los Derechos Humanos, Igualdad...

Cada una de las sociedades, por ejemplo la nuestra, la occidental, cree que lo suyo es lo mejor, que además debemos intentar que los demás vivan como nosotros. Es un debate manido y muchas veces aburrido, pero no debería dejar de obviarse. Seguiremos intentando dar color al mundo según guste a nuestros ojos, sin tener en cuenta si a la sociedad de al lado el sol le llega de cara o de espaldas.

Esas otras sociedades, por lo general reaccionan igual, intentan imponerse sobre la nuestras, nos ven como demasiado subversivos o quizá, demasiado modernos. Cabría preguntarse entonces ¿Cómo encontrar una respuesta?¿Dónde encontrar el punto de equilibro?

Partiendo de que se trata de una quimera, es fácil descubrir que en apenas setenta años hemos pasado de un desconocimiento absoluto de lo que sucedía en tres cuartas partes del mundo, a verlo todo prácticamente en directo. En seis décadas el mundo ha avanzado de manera exponencial. Y no nos hemos dado cuenta de que: si para un español hablar por teléfono móvil era un sueño hace veinte años y ahora hay casi treinta millones de españoles con uno... y a muchos de nuestros padres aun les alucina; imaginemos ahora en medio de África, donde siguen viviendo en 2010 como vivían en 1910, no tienen agua corriente, ni sanitarios, ni sanidad, ni hospitales, pero hablan por teléfono móvil, tienen parabólica, y coches a motor. Obviamente el salto ha sido mucho más salvaje para ellos. Lo que no queremos comprender, aquí, en nuestro bonito mundo, es que ellos quieren todo lo que hay en medio, todo lo que ellos no tienen y nosotros sí: desarrollo sostenido, calles, colegios, policía que les proteja y no de los que tengan que esconderse...

El mundo globalizado en el que vivimos debería servirnos para poder observar a las otras sociedades y dejar que éstas nos observasen; una suerte de cortejo en el que cada uno mostrase sus mejores galas; y finalmente quedarse con lo mejor de cada una, con aquello que pudiese ser llevado de una a otra sin por ello alterar sobremanera el funcionamiento de la sociedad misma.
No se trata de imponer por la fuerza sino de adoptar de buen grado, la diferencia siempre es grande.
Claro que alguien podría decir, por ejemplo en Paris: “Bien Europa puede exportar muchos valores, una forma de vivir en comunidad, la CEE, etc... pero ¿qué me puedo traer yo de la sociedad de los mumhbutu de Guinea, por ejemplo?...
Aparentemente no habría nada en Guinea que nos pudiésemos llevar e Europa... o sí?
Seamos europeos y vayamos a Guinea, intentemos hacer las cosas que hacemos aquí, con los medios que ellos tienen allí. El resultado sería que nos sentiríamos unos inútiles hasta para alimentarnos. De todo el mundo se puede aprender, y todo conocimiento resulta útil en algún momento. Da igual si la proporción es de 1000 a 1, lo que no debemos permitir es que sea de 1 a 0. Y no lo debemos permitir porque todos tenemos nuestras Verdades Reveladas y no es fácil que renunciemos a ellas así, sin más.

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