LUGARES PARA SOÑAR

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miércoles, 29 de diciembre de 2010

ESPERABA MÁS DE TI... ME HAS DEFRAUDADO...

Estas y otras frases les escuchamos con demasiada facilidad, bien en el ámbito personal, bien en la percepción sobre terceras personas que podamos tener. Son de esas frases engañosas que buscan arrojar sobre el otro la frustración personal que nos embarga.

Por un lado tendemos a esperar cosas de los demás, idealizamos al otro con nuestros propios deseos. Esperamos de ellos lo que nosotros presuponemos que nos tiene que dar. Revestimos su personalidad con rasgos de la nuestra, exigimos después que actúen como esperamos que lo hagan. No reparamos, o rara vez lo hacemos, en que cada individuo es un conjunto de complejidades, una personalidad independiente en sí misma que nos aportará lo que quiera; así las cosas, la apreciación que nosotros tengamos dependerá de nuestro grado de permeabilidad a las otras personalidades.

Nadie nos defrauda, excepto nosotros mismos que nos creamos expectativas que superan la realidad. El ser humano, en una de sus vertientes, tiende a buscar en los demás, aportaciones que por sí mismo es incapaz de adquirir. Pretende tener a su servicio a los demás, razón esta por la que se siente defraudado cuando el otro vive su vida y se desmarca del objetivo que mentalmente le hemos marcado.

El ser humano necesita la empatía para poder socializarse, sin una buena socialización es imposible realizar la mayoría de las tareas que desempeñamos habitualmente. Las personas con dificultades para la comunicación, encerradas en si mismas, terminan por abrazar la soledad o la depresión, por terminar hundidos en las profundidades de su propia miseria personal.

Ahora, inmersos como estamos en las fiestas navideñas, es costumbre felicitar las fiestas y desear un año próspero y demás; Encierran estas frases una actitud un tanto hipócrita, muy ligada a la hipocresía moral de estas épocas del año. Lo normal es que deseemos a los demás un buen día, cada día del año, etc. Sin embargo, el resto del tiempo estamos muy ocupados para pensar en los demás. Pasa lo mismo con los regalos, ¿qué razón hay para regalar sólo cuando hay obligación (cumpleaños, santos, etc.)?, Lo adecuado sería regalar en cualquier instante, sin esperar nada a cambio, simplemente por el mero hecho de demostrar un afecto sobre alguien determinado. Una actitud positiva que sin duda redundaría en un cambio sobre la percepción de los demás y de nosotros mismos.

El ser humano no es una isla en un océano social, forma parte de las mareas, del flujo de unas sociedades convulsas en un mundo tan globalizado. Sociedades que viajan a velocidades diferentes, en marcos espacio – tiempo, también distintos; pero a las cuales el mundo globalizado y manipulado por unos cuantos, pretende empujar para que viajen a una velocidad constante...

Muchas de nuestras frustraciones individuales tienen mucha relación con la necesidad auto – impuesta de seguir la senda marcada por nuestro predecesor, sin tener en cuenta que quizá la senda conduzca a un despeñadero...

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