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sábado, 15 de enero de 2011

LA ESPERA

¿Quién no ha esperado en su vida? ¿Qué persona no ha visto pasar el tiempo, su tiempo, mientras llega una llamada, una visita, un resultado…? Todos hemos pasado por ello. Y no una vez, sino varias. Y sin embargo, cuánto nos cuesta superar la tensión que se vive en esos momentos.
Pese a todo, hay esperas y esperas. El resultado de una prueba médica depende de la habilidad de otros, de las capacidades médicas, de tu estado de salud, de la celeridad con la que una serie de personas trabaje o no. Es una espera que puede llegar a frustrar por las vueltas que uno da a la cabeza.
Cuando esperamos a una persona física que no termina de llegar juntamos dos situaciones intensas: la espera en sí misma y la duda de si le ha pasado algo o no. Compromete este tipo de espera, normalmente, a más de dos personas, pues siempre se termina implicando a terceros ante la falta de noticias.
Si esperamos una llamada de teléfono, sobre todo en los tiempos que corren, podemos llegar a descorazonarnos; algo tan fácil como descolgar un teléfono y decir: hola, estoy aquí. Es tan sencillo que resulta difícil entender a quienes atienden su vida sin tener en cuenta a personas que pueden rodearles y tener interés en ellos. Nadie tiene obligación de llamar a nadie, siempre puede ser llamado. Sin embargo estas situaciones se dan más cuando uno explicita que es él quien llama. Por lo que al otro interlocutor sólo le queda esperar. Aquí pasa que cuantas más implicaciones personales y sentimentales existan, tanto más será la sensación de: qué pinto yo aquí…
La espera por el que no va a llegar es la más dura, la más angustiosa. Se dan en circunstancias de fuerte estrés, cuando somos incapaces de asumir una pérdida, sea esta física o sentimental. No es raro leer, oír, escuchar, personas que, conociendo su soledad, aferran su tiempo a un momento que no se va a dar, con la llegada de quien antes si estaba presente. No es nada fácil superar ese momento.
La espera…

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