A la luz de los descubrimientos nuevos que no va admirando con el paso de los años, uno no puede más que detenerse a reflexionar sobre la propia existencia. Cabe la posibilidad de que todo cuando creemos tener a nuestro alrededor, toda la vida de la que participamos no sea más que un conjunto vacío de pensamientos, un conglomerado de sueños pueriles. O tal vez no, tal vez nuestra existencia sea real, tangible, verdadera. Toco las cosas, luego existen…y si lo que creo estar tocando, en realidad no está allí sino en mi imaginación? Complejo desde luego.
Hemos pasado del “Pienso, luego existo” a pensar si en realidad existimos o somos fruto de nuestra propia imaginación. Está claro, por el contrario, que si existo, debería tener la capacidad de pensar. La mera posibilidad de ser un cuerpo inerte y carente de imaginación hace que cualquier teoría relativa a ello sea olvido en breve espacio de tiempo.
Entonces, cuando pensamos en que existimos, ¿cómo creemos que somos?¿de qué manera nuestro subconsciente nos revela la verdadera naturaleza de lo que somos?¿la conciencia de ser es lo mismo que la conciencia de estar? ¿Existe la conciencia? O es una idea peregrina de quien no es capaz de razonar sobre los hechos que es capaz de llevar a cabo…
Yo creo que existo, que soy tangible desde cualquier aspecto conocido, que la realidad que vivo se circunscribe al universo que conozco en la actualidad, sin menoscabo de una posible realidad futura que, de momento, escapa a mis capacidades. Como existo pienso, soy un ser pensante, capaz de reflexionar sobre mis propios actos y, en ocasiones, sobre los actos de otras personas. Teniendo en cuenta que cada individuo es fiel a sus circunstancias y que éstas, aunque relacionadas, jamás son las mismas para dos personas.
Pienso…
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