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lunes, 31 de enero de 2011

EN UN MUNDO DE PLÁSTICO LA AMENZA ES EL ARCHIVO

En los últimos dos años hemos incorporado a nuestro léxico muchas palabras que, hasta entonces, eran manejadas por una minoría. Una minoría qué, como casi siempre, terminó jodiendo a la mayoría. Hablamos hoy de caída de mercados, de hipotecas basura, de opciones sobre futuros, de mercados…cuando entonces, en la época del feliz desconocimiento los mercados que manejábamos bien eran los de abastos.
Si hace un par de años le hablásemos a la mayoría de los mortales de la “Gran Depresión” muchos se preguntarían a qué clase de psiquiatra o psicólogos vamos. Pero lo cierto es que en el año 29 del siglo pasado se produjo el primer aviso de que el “maravilloso” sistema capitalista hacía aguas por todos lados. Sin embargo pasó el día, y pasó la romería; los datos económicos fueron mejorando poco a poco entre la mejora real del mercado y la mejora fantaseada, la gente dejó de preocuparse por el dinero. Había trabajo y llegaba la comida a las casas. Luego comenzó la Segunda Guerra Mundial.
Con el tiempo fuimos dejando paso a la entrada de nuevos subterfugios que escondían nuestro dinero, primero con los cheques de viaje y después con las diferentes tarjetas de crédito y debido. Estas últimas han convertido nuestro mundo en un paraíso del plástico, donde casi todos caminamos por las calles sin más dinero que un montón de tarjetas en nuestra cartera. Una suerte de engaña bobos donde todos caemos y donde todo cabe. En breve espacio de tiempo no sólo disponen de nuestros datos personales sino que comenzamos a gastar más dinero del que tenemos. Siempre con su beneplácito y sonrisa. Las entidades crediticias que inundan los paneles publicitarios con regalos por nóminas sonríen mientras las visas echan humo.
Y entonces llega ese día, el momento mágico en cual estás en la cola del supermercado y no puedes pagar la compra porque la tarjeta no va y efectivo no recuerdas haberlo tenido además de para el café y el periódico.
Al llegar a casa, preocupado te preguntas qué pudo haber pasado. La respuesta la tienes en el buzón, pero todavía no la habías visto. Cuando abres la carta descubres que te han enviado a un fichero de morosos por haber utilizado una tarjeta que tú no habías solicitado… a partir de entonces tu vida cambia.
Comienzas a tener que solicitar cualquier cosa que requiera una cuenta corriente a nombre de terceros. Esos ficheros de “delincuentes económicos” nos meten a casi todos en un mismo saco. Da igual si dejas de pagar una factura por una desavenencia con tu compañía telefónica o si realmente has dejado de ganar dinero. Estás en el mismo saco.
Uno escucha al político de turno diciendo que: “no podemos meterlos a todos en el mismo saco, que hay políticos legales” y mientras, no legislan en absoluto contra las prácticas abusivas de quienes nos mantienen encerrados en un mundo de plásticos y ficheros, habiendo tirado entre ambos las llaves al limbo de la impunidad.

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