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miércoles, 23 de marzo de 2011

ECONOMÍA SOSTENIBLE

¿Es la economía sostenible un camelo? ¿Cabe, en el entorno de la economía actual, un desarrollo económico como el que propone?
Son preguntas que muchos de los que somos legos en economía nos planteamos. Por un lado nos quieren vender la posibilidad de un desarrollo sostenible basado en la utilización de los recursos necesarios sin merma para necesidades futuras. La realidad nos indica que el grueso del mundo occidental se dedica a la expoliación de los recursos en beneficio propio; que la manipulación burda de los coeficientes económicos y de los ratios es moneda común, etc.
Soy de los que he creído siempre que la tierra tiene suficientes recursos como para mantener a la población que ahora tiene e incluso mucho más. El problema no es sólo el consumo energético por parte de los países más desarrollados, sino el expolio que estos hacen de los recursos que necesitan los menos desarrollados.
En la síntesis de la economía sostenible se encuentra el no terminar con los recursos que generaciones venideras vayan a necesitar; sin embargo los países que se proponen llevar a cabo este cambio de una economía capitalista de aglutinación a una economía basada en la sostenibilidad, son los mismos que ahora se aprovechan de los recursos comunes. La credibilidad, por tanto, está en entredicho.
No se trata de hacer una regresión en busca de la redistribución de la tierra, un pensamiento utópico y alejado de la realidad, pero sí se trata de aprender un poco de quienes hacen de los recursos naturales un sustento habitual.
Para desarrollar adecuadamente una economía sostenible real, es necesaria una mayor implicación de los países que detentan el cetro económico y que, en modo alguno tiene intención de hacerlo. Tanto Estados Unidos como China se mueven en otra onda, por no hablar de Rusia y los países satélites, que desconocen, no sólo el término, sino que se niegan a adoptarlo.
Creo que la economía sostenible se ceñirá a los países europeos, que con el tiempo serán un parque temático para los demás. Europa lleva camino de ser un lugar de visita cultural, carente de más recursos que los intelectuales y ello, en tanto en cuanto sea capaz de parar el goteo incesante de cerebros que se van hasta naciones dispuestas a implementar los recursos necesarios para que lleven a cabo sus proyectos. Proyectos que, naturalmente, son la consecuencia de una formación aprendida en regiones capitalistas cuya economía, a día de hoy, nada entiende de sostenibilidad.
Esta quimera debe fundamentarse en una formación de inicio, en un aprendizaje social que debe comenzar en la escuela y que, con paciencia, hará de las futuras generaciones los ejecutores necesarios de las reformas precisas para asentar un proyecto como éste.

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