LUGARES PARA SOÑAR

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cerrar lo ojos y sentir

viernes, 4 de marzo de 2011

En el interior de un paraíso natural

Los árboles se cimbrean por la corriente de aire que es casi imperceptible aquí, a ras de suelo. En el ambiente se respira el fuerte aroma a naturaleza viva.
Si uno cierra los ojos y se mantiene inmóvil puede disfrutar del sonido del agua en su discurrir entre esta ingente masa forestal. Cuando los abres y descubres que puedes ver todo el fondo a través de sus cristalinas aguas, te das cuenta de que aquél es un lugar especial.
Todo el entorno invita a un aquelarre nocturno, a una “queimada” a media noche, a fiestas y conjuros, a caminar y caminar para ir de un lado hermoso a un lugar indescriptible. La naturaleza impone su esplendor en este cuadro vivo, un cuatro que para sí querría el mejor museo.
Hace años, cuando era un crío, el lugar era recorrido por pocas personas, todo lo más grupos de estudiantes de historia que recorrían este paraje para acercarse a un monasterio único por su enclave; o bien para recorrer el empinado camino que lleva de un monasterio a otro.
El monasterio de Caaveiro es uno de esos lugares donde hace muchos siglos uno debería sentirse pequeñito. Y no por lo grande del edificio, que no lo es, sino por el enclave. Monfero era un monasterio mucho más grande, más tardío también. Con una singular fachada, restaurado en parte en los últimos tiempos.
Cada vez que recorro sus senderos encuentro un detalle nuevo en el que fijarme, y si lo hago en solitario, además suelo encontrar una parte nueva de Juan en cada viaje.
Muy pronto, en primavera volveré a perderme en sus entrañas…quiero ver partes que no conozco…

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