LUGARES PARA SOÑAR

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cerrar lo ojos y sentir

viernes, 7 de septiembre de 2012

HE CERRADO LOS OJOS Y...

He te he imaginado a mi lado, caminado a mi vera, compartiendo los paisajes a nuestro alrededor a la vez que las sonrisas cómplices se entrecruzaban. Nuestros ojos se han topado una y otra vez en miradas furtivas que provocaban aceleraciones en el corazón y cierto rubor en la cara. Nos hemos detenido bajo un árbol, para recuperar por un lado el aliento tras la caminata y para sentir nuestra mutua presencia. Nos miramos, nos apoyamos el uno en el otro, sin más. En silencio, uno de esos momentos de quietud que nunca quieres que se terminen por temor a romper el hechizo del momento. Y continuamos camino, regresando al lugar de partida, donde con un abrazo nos trasladamos a otro lugar, a otro momento. La luz es tenue, el fuego crepita frente a nosotros, una manta nos tapa levemente, la luna ilumina el resto de la estancia que el fuego tiñe de un naranja intenso. Siento tu cuerpo cálido junto al mío, el olor de tu cabello penetra en mi nariz, haciéndome respirar profundamente. Arrebujada contra mi pecho pareces dormirte, tu cara refleja calma, tranquilidad, estás a gusto. Te aprietas todavía más contra mí. No hace frío, así que supongo que es grata mi presencia a tu lado. Por un momento no sé qué hacer, tengo miedo a moverte, a que te despiertes, a que desaparezcas de mi lado. La imaginación suele ser caprichosa y no quiero perderte en algún lugar de mi memoria. Recorro con mis manos tus cabellos, acaricio tu cara, la punta de tu nariz, tus labios; unos labios que se abren levemente provocando en mí una alteración interior que ya no puedo refrenar. Beso tus labios; me corresponden, me abrazas, me atrapas todavía más buscando con tus manos mi espalda, mi cuello, mi alma... Mis dedos buscan entre la manta y tu ropa encontrar la habilidad suficiente como para quitarte la ropa sin ser violento, no quiero rapidez ni inmediatez sino disfrutar cada segundo como si fuese el inicio de una vida nueva. Tu piel es suave, huele fresca, el sabor ligeramente salado de tu cuello contrasta con el dulzor de tus besos, con el cálido contacto de tus labios en los míos. Son mis manos las que buscan tu espalda, las que recorren la pequeña cuesta que me lleva del final de tu espalda al inicio de tus nalgas... Recorro cada milímetro de tu piel con mis labios, sintiendo cada alteración en tu piel, cada cambio en la respiración. Te giras, mirándome a los ojos, mientras sus senos se balancean suavemente rozando mi pecho, como si de un baile antiguo se tratase. Me rodeas con tus piernas sin dejar de mirarme, hablándome con voz queda diciéndome todo lo que un hombre desea escuchar. Acompasados en un ir y venir de sensaciones, emociones, deseo, fulgor...terminamos derrotados uno a lado del otro, frente a frente, observándonos en un juego de miradas gentiles en las que buscamos guardar en nuestra retina el perfil del deseo, del amor... Como siempre ocurre, el final de la noche llega con el alba, y con el alba el canto del gallo, ese que me despierta muy a pesar mío para que mire a mi alrededor en tú búsqueda y no encuentre más que una manta a mi lado...es posible que hubieses estado esta noche conmigo, no lo sé. Son tan vívidos los recuerdos, tan tangible tu aroma, que dudo incluso de mi capacidad para discernir entre la realidad y la ficción. El día que me tope contigo, te preguntaré....

2 comentarios:

  1. Un encuentro casual anhelado y vivido como si fuese real, o quizás lo fuese y no es tan producto de la imaginación.... o ésta juega a veces buenas pasadas, aunque sólo estemos acostumbrados a las malas... lo importante es vivirlo, consciente o soñando, ¿qué mas dá...?, si durante unos segundo ya fuiste feliz, mereció la pena

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  2. Un encuentro casual anhelado y vivido como real... quizás lo fué o quizás otro producto de la imaginación deseosa de ser feliz un instante... lo importante no es la naturaleza del hecho en sí, lo realmente maravilloso es haberlo vivido y punto. La mente no sólo juegas malas pasadas, pocas veces le da un vuelco a la situación y te da una buena razón para ser feliz, o al menos para intentarlo: aprovéchala

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