LUGARES PARA SOÑAR

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cerrar lo ojos y sentir

martes, 11 de septiembre de 2012

PIEZAS SUELTAS

Somos capaces de describir aquello que nos haría felices, incluso podemos ir un poco más allá y dejarnos llevar por breves instantes de felicidad paradójica, esa que se produce cuando tenemos al alcance de la mano lo que queremos y, sin embargo, nos alejamos de ello a medida que sentimos en nuestro interior emociones que no controlamos. Dejamos de lado lo que nos llena, lo que nos gusta para... para nada, para lamentarnos el resto de nuestras vidas de no haber sido capaces de dar un pequeño paso y salir del cascarón apolillado en el que estamos. Tendemos a acomodarnos, a no prestar atención a las cosas que suceden a nuestro alrededor nada más que cuando nos afectan de algún modo. Roban al Estado y lo aceptamos como algo inherente al ser humano sin querer darnos cuenta de que, en realidad, nos están metiendo la mano en el bolsillo. Prestamos poca atención a la educación que debemos de dar a nuestros hijos en casa, dejándolo todo en manos de los docentes, cuya labor por encima de cualquier otra es la de formar. Luego nos sorprendemos con el comportamiento de algunos de nuestros hijos cuando vemos que graban barbaridades con sus teléfonos móviles. En nuestras vidas van apareciendo con cierta frecuencia luces rojas, indicadores cómo los que tenemos en los coches que manejamos día a día. Tendemos a dejar que se apaguen con la esperanza de que se solucionen solas y no tener que ir al taller donde gastaremos tiempo y dinero. Al final se esas luces se transforman en piezas sueltas, que difícilmente logramos volver a encajar. Es bueno permanecer atentos a las señales que van apareciendo, esas piezas sueltas que si no se ajustan o sustituyen terminan por tener un coste demasiado elevado. Cuando nuestros hijos tengan dieciséis o dieciocho años quizá ya sea tarde para preocuparnos por su educación, es posible que no darnos cuenta a tiempo de que nuestra relación de pareja hace aguas termine más tarde con la zozobra de nuestra vida sin apenas tiempo para remontar el río de la vida. La vida no es un camino de una sola dirección, sino un continuo espacio tiempo en el que caminamos en todas direcciones sometiéndola a un traqueteo constante que afloja esas piezas que pueden llegar a perderse. ¿y si ya se han echado a perder? Bueno, si algo no tiene arreglo lo mejor es sustituirlo, una mala pieza o un mal arreglo siempre será un goteo constante de problemas. Claro que no vamos a cambiar a un hijo o a unos padres cuando las cosas ya no tienen solución y el enconamiento de la situación ha llegado al límite, ¿qué hacer entonces? Cada uno debe de encontrar las respuestas en su propia vida, yo tengo claro que uno debe de ser valiente y mirar siempre hacia delante. Dejar en el camino algunas piezas puede resultar incluso la mejor manera de avanzar. En ocasiones hay aditamentos estéticos sin los que se puede circular. Quizás nuestra vida luzca más con todo lo que traía de serie pero de igual manera que vamos añadiendo piezas a lo largo de los años, es inteligente aligerar peso cuando los palos en las ruedas provienen de nosotros mismos. Piezas sueltas.

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