LUGARES PARA SOÑAR

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cerrar lo ojos y sentir

lunes, 17 de septiembre de 2012

ILUSION, SUEÑO, GANAS

Cuantas veces nos hemos despertado una mañana recordando el sueño de la noche anterior, reviviendo aquellos detalles tan intensos como si de una historia real se tratase. Percibimos al cabo de poco rato que la realidad es otra, que el día acaba de comenzar y que casi nada es lo que parecía pero... Y sí resulta que ese sueño que hemos tenido puede convertirse en una realidad. Una ilusión termina siendo realidad cuando ponemos empeño y ganas en alcanzarla, por difícil que parezca. Sabes que vas a una entrevista de trabajo en la que tus capacidades quizá no cumplen con las exigencias previstas para el puesto pero si pones toda tu ilusión y todo tu empeño, quizá te sorprenda descubrir que has alcanzado algo que no creías posible. Hay parejas que sueñan con ser padres, que recurren a mil y una maneras de tener descendencia, sin saber que (en algunos casos) no son más que víctimas de sí mismos, de su ansiedad, de esa auto-exigencia que se han colocado sobre los hombros para dar hijos a la Tierra. Al cabo de un tiempo en el que dan por perdido el empeño descubren con notable sorpresa que, ausente el estrés y la premura, van a ser padres. El amor es un campo abonado al sueño, a la ilusión...ambos corren paralelos a la desilusión y el desengaño. Poniendo ganas se suelen conseguir las cosas, y si no se logra, al menos no le quedan a uno dudas. Ser rechazado por otro u otra no es más que la resolución de una tesitura en la que nos encontrábamos. Cuanto antes seamos capaces de asimilar que una negativa no siempre es una derrota, antes afrontaremos el resto de nuestra vida con el optimismo que nos merecemos. Si somos aceptados interpretaremos el empeño y la ilusión como la fuente de la que deben manar todos nuestros actos. El ser humano es como es. Nuestros hijos viven en una perenne ilusión, incluso en aquellos lugares donde el trabajo de los infantes es más arduo que el de los mayores. Claro que ahí, las ilusiones son menos banales y mucho más humanas. Ni aquellos tienen responsabilidad de ser así ni los nuestros, que viven mejor, tienen responsabilidad, no son más que participantes de la sociedad que les ha tocado vivir. Pero todos ellos tienen en sus manos la capacidad de cambiar las cosas...será su ilusión por conseguirlo la que les lleve de un lugar a otro o, por el contrario, les someta para siempre. A mi hija sólo puedo enseñarle que la ilusión es el motor de muchas cosas en la vida, aunque lleve aparejado el lado oscuro, la desilusión. Puedo animarla a que siga soñando, a que quiera cambiar las cosas, a que sueñe con ser aquello que quiera ser, en cada momento de su vida, en cada minuto. También debo de enseñarle cómo iniciarse en el camino del esfuerzo, ese que se inicia con las ganas pero que muchas veces abandonamos... tener ganas es bueno, pero no siempre suficiente...

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