LUGARES PARA SOÑAR

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lunes, 17 de diciembre de 2012

CALLEJEANDO POR LA VIDA

Vivir quizá sea caminar cada día por una calle nueva; tal vez sea todo lo contrario y permanecer en la misma acera de la misma calle cada día, cada año, para siempre. Me inclino en todo caso por pensar que mi vida ha sido un continuo deambular por una ciudad todavía por descubrir. Por suerte o por desgracia he hecho demasiadas mudanzas en mi vida, no sólo físicas. Así que creo que uno quema etapas y con cada una de ellas va encontrándose a si mismo. Visitamos calles muy diferentes a lo largo de nuestras vidas, algunas tendrán un nombre que permanecerá indeleble para siempre en nuestra memoria otras, al contrario, se verán abocadas a terminar en esa calle del Olvido que todos tenemos en nuestra memoria. En la calle del Olvido meteremos todas aquellas experiencias que no han sido nada, que han dejado apenas un rastro tenue en nuestra existencia. Pasan muchas personas por delante de nosotros, a unas nos intentamos acercar, de otras buscamos alejarnos. De todas ellas siempre habrá un grupo que terminará en el Olvido, sin importar las razones. En el otro lado de la balanza están las personas, experiencias, lugares que acabarán dando nombre a muchas de las calles de nuestra memoria. Muchas serán lugares de continuo pase, otras sólo formarán parte de barrios a los que acudiremos de tanto en tanto para recordar en momentos puntuales. También habrá calles por las que añoremos pasar, lugares en los que no querremos estar porque implicaría un sarpullido de emociones que no siempre somos capaces de controlar. Con el paso del tiempo y la acumulación de vivencias y calles he comprendido que, en ocasiones, es necesario derribar una barriada para poder construir una nueva. Aun cuando la planificación de la futura urbanización estén todavía en simples bocetos. Las malas calles terminan siempre pudriendo barrios enteros. Erradicarlas no siempre es fácil porque es frecuente que estén pobladas por algún ocupa qué, sin contar con ello, ha migrado en nuestra memoria y con ello altera nuestro orden predeterminado. Somos, en el fondo, arquitectos de nuestra propia ciudad. Unos arquitectos un tanto volubles, capaces de la mejor de las soluciones y de la más absurda de las novedades vanguardistas. La vida es un continuo espacio – tiempo en el que la calle siempre necesita mantenimiento, renovación, sostén... Callejeando...

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