LUGARES PARA SOÑAR

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sábado, 8 de diciembre de 2012

DICHO DE OTRO MODO

En los últimos tiempos venimos acostumbrando nuestros oídos a palabras nuevas que enmascaran las malas artes en el gobierno de las empresas públicas y privadas. Inundan los medios de comunicación con términos de vigencia efímera para que nos preocupemos de temas que no comprendemos la mayoría y que, en realidad, tratan de desviar la atención de lo realmente molar, de la desvergüenza que asola esta piel de toro. Dicen en una comunidad autónoma sita en el centro de la Nación que sus hospitales no se cierran ni dejan de ser públicos, sino que pasan a una mejor gestión que anticipa una mejor suerte. En todos los ámbitos se utilizan tecnicismos para engañar al contribuyente; un contribuyente que observa alelado el medio de comunicación de turno poniendo cara de no entender nada pero asintiendo: “debe de ser verdad si lo dice la tele”. Los nosocomios se desarrollaron desde los griegos como lugares donde atender a los enfermos, donde poder acudir a recibir unos cuidados médicos. Eran lugares donde al paciente se le trataba (dentro del orden social establecido) con los mejores medios del momento. Ahora quieren convertir aquellos en modernos lazaretos; hospitales a los que acudirá el vulgo a tratarse, con recortes drásticos que mermarán las atenciones para las que se ha luchado décadas en este y otros países. Para las clases altas, que siempre verán en la chusma el lugar a dónde arrojar sus miserias y sus ignorancias, quedarán los centros privados. Aquellos que puedan pagarse la sanidad la tendrán, los demás....no. No queremos darnos cuenta de la felonía que lleva a cabo la clase política; una traición al sistema público en beneficio de lo privado. Un eje vertebrador sobre el que quieren crear la sociedad del mañana. Una sociedad más clasista que nunca, mucho más cerca de los postulados del Antiguo Régimen que de la moderna sociedad post- industrial. España lleva camino de pasar de ser un lugar de fiesta, derroche y ladrillo a ser un lupanar en el que los ricos europeos se permitan repasar a todo aquel que se venda. Y todos tenemos precio (o casi). Nuestros jóvenes salen ahora de botellón, una borrachera de toda la vida pero vestida de modernidad. Y el origen de ella está en lo más antiguo del ser humano, en la socialización y no en los altos precios de las copas y demás, como nos quieren vender. Botellón hacen en Suiza y presumen de ser una sociedad sin problemas económicos. Ahora tenemos amigos con derecho a roce, o “folla-amigos”...toda la vida han existido. La promiscuidad la llevamos implícita en nuestro ADN. La fidelidad es, de hecho, algo reciente en la especie, algo más próximo a la influencia religiosa que a la verdadera necesidad del ser humano. Parece que ha pasado un lustro de la “prima de riesgo” y de “la presión de los mercados” , cuando hace menos de seis meses era un arma arrojadiza de unos y otros para alterar nuestro día a día y que dejásemos de ir al baño bajo la guillotina en forma de mercado que amenazaba con dejarnos sin papel con que limpiarnos el culo. Ahora que ya nos hemos cagado da igual si nos limpiamos o sino lo hacemos. Ellos van ganando por goleada. Nuestras tragaderas se han mostrado enormes; capaces de matar por que nos muevan un marco de una finca somos incapaces, sin embargo, de defender aquello por lo que algunos (no pocos) se dejaron la piel, cuando no la vida. Todos los sanitarios que se manifiestan en la defensa de una sanidad pública deberían estar respaldados por todos y cada uno de nosotros. Esa batalla, la suya, es también la nuestra. Una batalla que da sus últimos estertores en la búsqueda de la última bocanada de aire antes de perecer. Hay todavía alguna esperanza. Cambiar las cosas está en nuestras manos, aunque ahora no lo parezca. Empecemos por llamar a las cosas por su nombre y no dejemos que disfracen de siglas ilegibles lo que toda la vida ha sido robo, asalto, intimidación, desvergüenza y deslealtad. Una traición a todos los que lucharon un día por tener un mundo mejor.

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