LUGARES PARA SOÑAR

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cerrar lo ojos y sentir

miércoles, 5 de diciembre de 2012

EL SENTIDO IMPERFECTO DE LAS COSAS

Desde que apenas nacemos nuestros padres, nuestros maestros, aquellos que se implican en nuestra formación como individuos se fajan en explicarnos cómo hacer las cosas bien. Nos indican el modo adecuado de hacer esto o lo otro. La búsqueda de la perfección hace que, a menudo, dejemos de percibir las maravillosas imperfecciones que nos rodean. El mundo no es perfecto, la naturaleza tampoco lo es, el sentido imperfecto de las cosas logra que tengamos un espejo en el que comparar lo que nosotros creemos que es correcto en contrapartida con otros modos, otras formas. Los cánones de belleza han ido cambiando con el paso de los siglos; describiendo, es su curso, amplios meandros que han estado muy próximos entre ellos. Lo que esta década es hortera y feo se antoja moderno y descarado en la siguiente. Con los valores morales pasa lo mismo. Ya no digamos con los sociales. La moralina, disfrazada de moral, es tan fluctuante como lo puede ser la bolsa, con picos y valles. El alejamiento o acercamiento a la moral que se establece en un lugar determinado hace que los que la siguen nos miren como personas cercanas a la perfección o como seres imperfectos que ellos deben moldear. Los valores sociales todavía son más cambiantes, pues se dejan influenciar por demasiadas corrientes. Si hasta hace poco tiempo sólo Cantinflas llevaba los pantalones en el fondo del culo, ahora son nuestros jóvenes quienes llevan la ropa así. Claro que no fue el ilustre mexicano quien lo puso en boga, sino los presos de cárceles de Estados Unidos, que cosas... En las relaciones personales aquello que a uno le parece correcto se convierte en insoportable para otro que lo ve desde una distancia similar. Nadie es racista hasta que una persona de otra etnia tiene la intención de entrar en su familia. Entonces, por poner un ejemplo, aquella belleza de ébano se convierte en un negro. Siempre he creído que en el amor los iguales terminan por repelerse, sin embargo también he comprobado que los polos opuestos casi siempre están destinados a ser eso...opuestos. Por más que el juego de la diferencia haga intenso el momento del encuentro. El equilibro, quizá, esté en ser capaces de advertir las imperfecciones de todo cuanto nos rodea y de quien tengamos a nuestro lado. Admitir que aquello que vemos imperfecto seguramente, desde el otro lado, no se vea así. Todos somos etnocentristas, creemos que lo nuestro es lo válido, lo real, la verdad...casi nunca existe una sola verdad. Todo lo que nos rodea está tallado con las imperfecciones necesarias para llegar a la perfección de algunas de las cosas que podemos disfrutar. Si somos capaces de valorar lo que tenemos...

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