LUGARES PARA SOÑAR

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jueves, 20 de diciembre de 2012

EL DIA QUE DEJAMOS DE SER LO QUE ERAMOS

Vivir en pareja es parte intrínseca del ser humano. Somos seres sociales que necesitamos relacionarnos con los demás. Seres que adoptamos la vida en común para afrontar juntos el desarrollo individual y colectivo partiendo del apoyo en el otro. Nos vamos a vivir con nuestras parejas enamorados y seguros de que la persona que tenemos a nuestro lado es la ideal para conquistar juntos todos aquellos sueños que anhelamos. ¿En qué momento dejamos de ser lo que éramos? Pues en el momento que miramos al otro a la cara y descubrimos que no sentimos ni frío ni calor. Analizamos entonces multitud de variables para agarrarnos a la relación, buscamos minimizar una realidad física y mental, agrandando otras que, en el fondo, no son verdaderamente importantes. Ocurre entonces que seguimos juntos por: los hijos, los padres, el trabajo, la economía, el qué dirán, la cobardía... Lo práctico, lo inteligente sería mirar cara a cara a nuestra pareja y exponerla claramente que hemos dejado de sentir por ellos. Que no se trata de hacer A o hacer B para solucionar las cosas. Creo sinceramente que cuando has dejado de querer a alguien, cuando ya “no te pone” esa persona, ya nada hay que hacer. Las soluciones que se buscan sólo alargan la agonía. Y no debería pasar nada por reconocer que las cosas no dan más de si. Pero nos han enseñado lo contrario. Nos han dicho que debemos de permanecer, que las parejas de hoy no aguantan nada, que se enfadan por tonterías...y otras muchas lindezas. La felicidad, para quienes nos dicen estas cosas, es algo difícil de cuantificar, incluso de explicar. Muchas parejas de antes aguantaron toda la vida juntos porque no les quedó otra. Unas veces por falta de valor, otras por miedo, la mayoría por ignorancia. Es posible que existan relaciones para toda la vida. Seguro que las hay. Aunque la realidad es cabezona y nos indica que tal vez dentro de treinta años las parejas que entonces tengan más de 50 años ya hayan cambiado de pareja al menos una vez. ¿por qué? Quizá habría que diferenciar entre quienes se han unido jóvenes y quienes lo hacen ya con una experiencia personal en la mochila importante. Para los primeros es mucho más fácil equivocarse, confundir los resortes que hacen fuerte una relación, etc. para los demás debería de ser mucho más fácil buscar lugares comunes con las personas que llevamos a nuestras vidas. A fin de cuentas ya sabemos un poco más cómo somos y lo que no nos gusta. No hay, en todo caso, una varita mágica que podamos agitar para hacernos felices. Ni siquiera una pócima para el amor. El amor, por suerte, sigue siento tan irracional como siempre. No entiende de casi nada y llega muchas veces de forma inesperada. Afrontémoslo cuando llegue y vivamos intensamente ese momento. El tiempo perdido, pasa, y nunca más se recupera.

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