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sábado, 21 de agosto de 2010

OTOÑO

El valle amanece con un color rojo-anaranjado intenso, el sol se apresta a emprender el camino que le llevará a su punto más elevado justo antes de comenzar una lenta caída; es otoño y las hojas de los árboles son, a esta hora de la mañana, dan un intenso colorido a la mañana.

Todos los años muchos árboles se van quedando desnudos cuando llega el otoño, envidiosos de sus vecinos de hoja perenne que muestran orgullosos sus hojas verdes, cuando ellos, sin darse cuenta, se quedan en ramas. Sin embargo la naturaleza es muy sabia, y serán estos árboles, los que pasarán el invierno desnudo quienes disfrutarán del calor que ofrecerá la fermentación de la hojarasca a sus pies.

Siempre me ha parecido el otoño la mejor estación del año, incluso ahora, que me aproximo al otoño de mi vida. Supongo que es en este momento cuando el año y yo, alcanzamos nuestra madurez, esa madurez que le hace sabio para enfrentar el invierno.

En otoño los lobos aúllan con toda la fuerza de la que son capaces, en un intento de capturar tantas presas como le sea posible, y así poder afrontar un invierno de carencias que harán de la malnutrición su día a día. También nosotros en el otoño de nuestras vidas hemos de aprovisionarnos de tantos afectos y recuerdos como podamos; pues en nuestro invierno, además de frío físico, también nuestras capacidades serán menores.

Estos tres meses transforman el valle en un universo de colores que sólo se podrá repetir el siguiente otoño. Para nuestra desgracia, nosotros, tras nuestro otoño, tan sólo habrá un invierno. Así que me apresto cada año a disfrutar de la naturaleza a partir de septiembre.


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