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viernes, 27 de agosto de 2010

POR QUÉ SOY DE IZQUIERDAS

Siempre he creído que en la vida, como en otras circunstancias, uno tiene que posicionarse. No puedes pretender vivir bailándole el agua a todo el mundo; pues al final terminas por convertirte en nadie. Y en la vida hay mucho “don nadie”.
Cuando vas creciendo vas adoptando conocimientos suficientes para saber si tu manera de ver las cosas está en un lado u otro. No existe el centro cuando hablamos de política, la indeterminación no es más que la consecuencia lógica de la incoherencia. Uno puede estar más próximo o más lejano pero nunca en mitad de la hoja.
No siento afinidad por ningún partido político, todos ellos me parecen sacados del mismo saco, destinados al su propio bien. Creo que la clase política en nuestro país es mala tirando a peor. En tanto en cuanto mis ideas radican más en un posicionamiento social que en un razonamiento empíricamente político.
Actualmente vivimos en la paradoja constante de que gobiernos de “iquierda” como el nuestro, hace políticas de derecha y gobiernos de “derecha” como el alemán hacen políticas de izquierda
Dejando de lado cuestiones de carácter dogmático, donde las diferencias se acentúan, quiero centrar mi opinión en lo social; que es el lugar en el cual un ciudadano de a pié, como yo, debe encontrar el argumentario preciso para determinar en que lado de la línea cae.
La ignorancia de muchos ciudadanos hace que voten, muchas veces, en contra de lo que piensan realmente, o de lo que esperan del partido al que votan. Es este un país donde se confunde, con demasiada frecuencia, progresismo con comunismo o conservadurismo con fascismo. Y nada más lejos de la realidad.
Ser conservador significa para muchos estar cerca de posiciones que defienden, por encima de todo a la familia; lo cual es una falacia pues los conservadores defienden un modelo de familia vinculado a una religión determinada, y no defiende en absoluto cualquier otro modelo familiar. Sobra decir que en la izquierda se defienden todos los modelos familiares, todos, y desde luego si alguien ha luchado por la familia, por las familias, han sido los que lucharon por conseguir derechos y libertades.
Ser de izquierdas implica defender la justicia social por encima de la caridad. Es una tendencia natural de las derechas vanagloriarse de las diferentes obras de caridad, sobre todo si es cristiana. Cuando la caridad lleva implícito, desde su mismo nacimiento, un pellizco de lealtad con quien es caritativo contigo. La iglesia católica ha utilizado la caridad como moneda de cambio para tener más fieles. La izquierda siempre ha luchado por la justicia social, cuyo valor principal está en el promover los medios necesarios para que, aquellos que necesiten la caridad puedan vivir de manera digna sin ella. No se trata de dar un plato de comida, sino de lograr que se puede pagar de su bolsillo ese mismo plato.
Ambas cosas: caridad y justicia social, son necesarias en la actualidad. Y lo son porque nuestro modelo social está basado en las clases, derivadas de una sociedad estamentaria que ya existía en la edad media. En ese sentido hemos avanzado mucho pero seguimos manteniendo niveles demasiado distantes.
Me considero de izquierdas porque soy un trabajador, porque pertenezco a la clase obrera, a la que está pagando el pato de los desmanes de quienes viven encumbrados en la cima de sus empresas. Generalmente toda esta clase empresarial y dirigente se encuentra en posiciones más cercanas a la derecha que a la izquierda. Razón por la que defienden tan vehemente sus intereses, que, normalmente chocan de manera frontal con los míos.

Claro que en la izquierda hay empresarios y millonarios; como también hay gente muy vinculada a las diferentes religiones. En esta sociedad, hoy sí, tenemos cierta libertad para elegir dónde queremos estar. Dentro de las religiones existen muchas personas de izquierdas, que su manera de ver la vida está en la defensa de la igualdad. Que las cúpulas religiosas son todas antidemocráticas resulta obvio, que esas mismas cúpulas son conservadoras también, ergo, las decisiones que emanan de ahí también lo son.
Para concluir, ser de izquierdas no significa renunciar a ninguno de los placeres que la vida depara, ni repartir con los demás, ni ningún otro eslogan demagógico al que se agarran los del lado contrario para mitigar sus propias conciencias. Nunca se trata de entrar en lo personal, en lo que uno tiene o el otro no, sino en encontrar la equidad en la medida de lo posible.
Sólo un dato, totalmente objetivo: el 80% de las grandes guerras que ha sufrido la humanidad en los últimos 150 años han sido iniciadas por gobiernos conservadores. Es sólo un dato, pero un dato que habla a las claras de la concepción tan particular que se tiene desde ese lado, de la democracia y de la discrepancia.

1 comentario:

  1. Ante todo, quiero dejar claro que nunca, nunca alejaré de mi o acercaré a mi a una persona por su inclinación política. Valoro a las personas no a su condición política.

    Respeto todas las opciones y posiciones políticas, personalmente, no creo en la clase política actual; somos títeres que quieren manejar y que, por desgracia, algunos se dejan manejar. Son todos el mismo perro con distinto collar.

    Entrar en un debate izquierda-derecha, con la actual situación, no nos llevaría a mucho. Sólo puedo decir que, a la vista están, las políticas sociales de los que se dicen de izquierdas están dejando mucho que desear. Conoces mi ejemplo, sin opción ... ni al pataleo.

    Yo soy antizp...

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