LUGARES PARA SOÑAR

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miércoles, 20 de octubre de 2010

EL INEXORABLE PASO DEL TIEMPO

Que el tiempo pasa no es ninguna novedad, que con los años vamos perdiendo capacidades es tan obvio como detenerse a ver un anciano cómo camina con dificultad si lo comparamos con un joven que transite a su lado.
Lo complicado es, cuando estás en una edad en la que es complicado aceptar que no eres el que eras. Un momento de tu vida en el que los intentos de mantenerte en una edad que no te corresponde son tan vanos y absurdos como un burro en una corrida de toros.
Una mañana, mientras te ves en el espejo, tras lavarte la cara, descubres que lo que era una hermosa línea que recorría tu frente se ha convertido en una autovía de tres o cuatro carriles, con curvas y baches.
Si antes tardabas media hora en peinarte, ahora sólo te duchas y ya estás, la frente comienza encima de las cejas y se pierde atrás... muy atrás.
Te sigues mirando y te dices: “bueno, no estoy tan mal” y al cabo de un segundo reparas en que, de tu nariz, salen unos pelos largos, torcidos, negros que antaño no estaban y ahora surgen cual gato. Tomas unas pinzas de depilar y te los arrancas total “no es para tanto”.
Dejas las pinzas y te vuelves a lavar la cara, coges la toalla y te secas... ¿qué es eso que sale de tus orejas? ¿Pelos? ... pues sí, más pelos. Parece que tus capilares abandonaron tu cabeza para caer en otras partes del cuerpo.
Todo tiene solución, seguramente podrás hacerte depilaciones en casi todo el cuerpo para eliminar tanto pelo pero... hay más.
Vuelves a mirarte en el espejo y descubres que donde antes había un torso fuerte ahora se muestra un pecho en retirada y una variable distribución de la tableta de chocolate (en caso de haberla tenido) más bien parece que te has comido todo el chocolate tu sólo. Ellas se mirarán y observarán que los pechos tampoco son los de antes, ahora... no son.
Si continuas bajando te encuentras, si la curvatura de tu vientre te lo permite, con una parte de ti que todas las mañanas pasadas te observaba y que ahora anda renqueante entre las nueve y las tres. Los que hace unos años que no se la ven de manera directa aprovechan ese instante en el espejo para comprobar que cada cosa cuelga donde debe. A veces pueden surgir dudas.
No todos los hombres se dan la vuelta para verse el culo, pero es en este momento de nuestras vidas donde cobra una especial importancia. Si las posaderas siguen en su sitio serán motivo de orgullo en detrimento de otros lugares, obviamente no se conforma el que no quiere.
El paso inexorable del tiempo se manifiesta en nuestro aspecto físico por encima del mental. Ya que uno mentalmente puede hacer muchas cosas que la realidad hace inviables.
Aquellos maratones sexuales de juventud, dan paso ahora a episodios de asombrosa intensidad mezclados con sinopsis de películas de serie B. En ese instante es cuando especialidades como el sexo tántrico cobran especial importancia, cualquier cosa con tal de sublimar el coito común.
Fuera del ámbito íntimo no resulta mucho más alentador, basta con acercarse a un partido de veteranos de cualquier deporte para caer en la cuenta de que, casi siempre, cualquier tiempo pasado no fue mejor, sino infinitamente mejor. Con suerte uno regresa a casa sano, sin problemas. Cuando lo hace lesionado, lo que antes eran dos días y a correr, se traducen en un mes de baja, una discusión en casa, un dolor insoportable, una sensación de impotencia...
Imagino que uno termina por reciclarse en la persona que va a ser más adelante, pero el proceso es siempre doloroso. El tiempo es como el día, inexorable, pues a cada atardecer siempre sucede la noche.

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