LUGARES PARA SOÑAR

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cerrar lo ojos y sentir

lunes, 18 de octubre de 2010

LA SOLEDAD DEL YO

En un mundo convulso, donde las prisas son la primera causa de accidente, un lugar donde los movimientos colectivos han subyugado al individuo; tenemos que dar un golpe sobre la mesa y poner en blanco sobre negro las razones que nos empujan a una corriente de la que es complicado salir.
Habría que observar con detenimiento el mundo en el que nos está tocando vivir, ver cómo son en realidad las sociedades que en él están creciendo; sería prudente tomar cierta distancia para alejarse del hedor que desprende el tumulto y poder respirar el aire puro de la soledad.
Hoy día no somos nosotros quienes regimos nuestras vidas, no tomamos las decisiones que queremos tomar, no vamos a los lugares donde nos gustaría estar, ni acudimos a fiestas en las que nos sintamos plenamente felices... somos corderos que caminamos en fila india al albur de las decisiones que unos pocos toman sobre la conveniencia o no de determinadas actitudes que el colectivo debe tomar en la vida.
Haciendo uso de nuestra memoria individual y colectiva, podemos comparar este momento, sociológicamente hablando, con la época de la lucha de clases, de labor sindical, donde el estar al margen creaba un perjuicio tremendo sobre los demás; convertirse en un paria era fácil, sólo había que estar con las mayorías para lograr algo interesante para el individuo. Así se lograron muchos de los derechos que hoy disfrutamos individualmente.
Por el contrario la individualidad, hoy día, constituye un rara avis, una suerte de isla en medio de una colectividad mal entendida que termina por crear subgrupos de inadaptados dentro del gran grupo que todo lo arrastra.
El yo individual debe salir con más fuerza que nunca, promulgando la diferenciación, evidenciando de algún modo que cada uno de nosotros somos una personalidad lo suficientemente importante como para poder decidir: Cuándo, cómo y por qué hacemos una u otra cosa.
En los últimos veinticinco años del SXX y en este primer decenio del SXXI nos hemos dejado arrollar por ideas globales, por eslóganes que todos hemos aceptado sin prestar atención a sus contenidos, al final nos hemos visto donde estamos.
¿Y dónde estamos? Se preguntan muchos, fácil respuesta diría yo: nos encontramos en medio del todo y la nada. En medio del todo porque hay mucho rodeándonos, tantas que apenas nos dejan ver apenas unos metros más allá de nuestros ojos; En medio de la nada porque la nada es el total de nuestras decisiones individuales.
Hay mucho que sí lo hacen, personas que viven su vida según sus propios dictados mentales; construyendo un mundo exterior a su alrededor partiendo de un yo interior que se ha sabido aislar de la mayoría de las influencias.
Debemos hacer de las generaciones futuras, comenzando por nuestros hijos, seres capaces de crear el lugar donde se van a desarrollar partiendo de sus propias necesidades o deseos individuales. No hace falta renunciar al colectivo, mas tampoco ser sometidos a él.

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