LUGARES PARA SOÑAR

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cerrar lo ojos y sentir

martes, 12 de octubre de 2010

ESCUCHANDO

Corren malos tiempos para la comunicación, vivimos momentos en los que todo el mundo oye pero pocos escuchan. La información nos bombardea desde cualquier trinchera, sin tener en cuenta si nos interesa o no; no se trata de ser escuchados, sino de ser los más oídos.
El juego semántico es muy interesante, pero prefiero escuchar a oír. Al oír, muchos pueden ser los sonidos que nos invaden, los datos que nos llegan; con lo que terminamos en medio de una sinfonía de ruido.
Al escuchar hacemos un aparte con lo que nos interesa, prestamos atención a un solo sonido en medio de un océano. Al escuchar comprendemos, al comprender sabemos dónde estamos.
En no pocas ocasiones me he encontrado en medio de conversaciones disociadas, esas en las que dos o más personas entablan un no-diálogo, que deriva en monólogos alternos sobre temas diversos que nada interesan al otro.
El tiempo transcurre así en muchos hogares, en muchas parejas, en no menos conversaciones en bares y restaurantes. Y uno se pregunta hacia dónde nos llevará una sociedad en la que sólo importa el yo.
Este es un mundo creado en base a la exaltación de egos, vivimos en una sociedad que va quedando huérfana de valores; perdemos con cada generación capacidad de comunicación.
Alguno dirá que estoy loco, que ahora tenemos Internet, que chateamos, que hay teléfonos móviles, etc. Y no digo que eso no sea progresar, yo mismo me sirvo de un medio tecnológico para escribir y comunicarme; pero lo cierto es que la comunicación cara a cara se ha perdido. Cuántas parejas sentadas juntas mantienen conversaciones separadas a través del teléfono mientras se sonríen como quien sonríe a un conocido.
Me gusta hablar, siempre me ha gustado. Eso sí, siempre que no se convierta en un monólogo donde todo el mundo termine hasta allí de mí. Interactuar es una de las mejores maneras de crecer intelectualmente. De nada te vale tener una gran formación académica, ser una eminencia en cualquier disciplina, si no eres capaz de transmitir lo que sabes. Y ya no digo hablar, porque hablar sabe cualquiera, lo difícil es que quien escucha entienda lo que dices.
Escuchando he aprendido que me había equivocado muchas veces; en otras ocasiones he escuchado orgulloso como alababan mis aciertos.
Deberíamos enseñar a nuestros hijos el valor del tiempo en compañía de otros, enseñarles qué, además de video conferencias y webcam existe una cosa que se llama contacto físico, sino corremos el riesgo de que un día dos de nuestros hijos se sientes uno frente al otro y sean incapaces de hablar si no hay un portátil por medio.

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