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miércoles, 24 de noviembre de 2010

FUNCIONARIOS DE PIM, PAM, PUM

Siempre que hablamos en crisis económica o laboral aparece la demagogia en torno a los funcionarios. Hablamos entonces de la gran cantidad de ellos que existen, de la rentabilidad de su trabajo, del absentismo laboral, etc.
Es como si este colectivo tuviese la culpa de la crisis, o de las dificultades de otros estratos sociales o económicos. Si alguien espera que un día los funcionarios estén mal, entonces ellos mismos estarán mucho peor.
Si hay muchos en nuestro país es como consecuencia de la vertebración del Estado que surge del Título VIII de la Carta Magna. En España sólo tres comunidades autónomas tenían interés histórico en serlo, el resto nació como consecuencia de un reparto “extraño”, del “agua para todos”. El resultado fue un aumento exponencial de administraciones, la proliferación de puestos repetidos, etc.
Por eso son tantos, porque hay demasiadas administraciones a las que dotar de personal, y para reducir estas entidades es preciso revisar la Constitución, algo por otro lado complejo.
Pero uno puede ir más allá y aseverar que el Estado no existiría sin funcionarios, que son estos los que realmente mueven el país, los verdaderos vertebradores del mercado laboral. Alguno puede tildarme de loco por decir tal cosa. Sin embargo la realidad es la que es. Si mañana los funcionarios, de todo el Estado, decidiesen ir a la huelga durante una semana la actividad económica y social se detendría por completo, incluso podría darse el caso de un momento de anarquía social, si tenemos en cuenta que los cuerpos de seguridad del Estado también son funcionarios.
Es cierto que hablamos de personas acomodadas, conocedoras de que su puesto de trabajo es intocable y su nómina llega a final de mes siempre, que hay casos de vagos, de personas que incluso utilizan su puesto de trabajo para otras cuestiones, etc. Mas también los hay que son eficientes, que movilizan juzgados imposibles carentes del personal suficiente, por ejemplo.
Quizá el cambio debería darse en la redistribución de estos cargos, en la búsqueda de una homogeneidad administrativa que facilite la comunicación y traslado de una administración a otra, etc. Se debe exigir una actitud ante el trabajo como la de cualquier otro trabajador, pero no se puede permitir que se les utilice como armas políticas arrojadizas, cuando legislatura tras legislatura los políticos se dedican a otras cosas y no se acuerdan de ellos.
Para concluir un breve dato, cuando un político corrupto roba 1 millón de euros, está llevándose el mismo dinero que 55 funcionarios en un año completo de trabajo. Sólo este año pasado las causas contra políticos sumaban más de 2000 millones que han desaparecido, el trabajo anual de más de 110.000 funcionarios, eso si es escandaloso... y se van de rositas todos.

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