LUGARES PARA SOÑAR

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lunes, 5 de julio de 2010

UTOPÍAS

Siempre nos hemos sentido atraídos por los imposibles, por los mitos, por lo inalcanzable. Soñamos lo que no tenemos para poder ser felices con lo que en realidad poseemos. Aspirar a la riqueza es característica mayoritariamente del pobre, ser poderosos suele estar asociado al que ya lo es. El ser humano nace con la obsesión de alcanzar imposibles. Y, como dice Mario, cuando tomamos conciencia de que el imposible es eso: un imposible, ya es tarde para refugiarnos en la sensatez.

Quizá por esto siempre he sido un poco insensato, un bastante soñador y un mucho amante de la utopía. Creo que como individuo debo aspirar siempre a conseguir un mundo utópico donde se den las características que yo desee y ser consciente de que el porcentaje máximo con el que me acerque a ese mundo utópico será, sin duda, mi paraíso utópico.

Siempre nos atraerá lo prohibido, lo que nos es difícil de alcanzar. Sabemos que será una tarea compleja y quizá inalcanzable, pero en la mente humana está el estar lo más próximo posible a aquello que le parece vetado.

El conformismo es el resultado de la vaguedad del alma, de la deserción del interés por lo futuro. Conformarse es una manera de morir lentamente, pero morir al fin y al cabo. Yo ya tengo la certeza de mi muerte, desde el mismo momento en que llegué al mundo, entonces… ¿por qué no aspirar a un mundo utópico? Por qué no adentrarme en la maravilla de la quimera. Quizá habría que aprender desde niños, que no pasa nada por toparse con la pared vertical de la realidad, que llegar a un callejón sin salida no implica terminar allí, sino buscar el camino de regreso para poder tomar otra dirección y adentrarse nuevamente en lo imposible, en lo improbable.

Para el cuerdo, para el que cree que la utopía es la necedad del hombre, sólo habría que decirle que ha sido la persecución del desafío lo que ha hecho avanzar a la humanidad, que no habría sociedad sin la vulneración de los imposibles sociales, que no habría vida sin la persecución de su conquista. La utopía mueve al hombre desde que éste ha tomado conciencia de sí mismo. Sin el sueño de un cielo maravilloso y duradero, jamás el creyente podría sobrevivir. Y acaso ¿no es éste, el cielo, un mundo utópico?

Me propongo continuar con mi camino hacia lo poco probable, con la ilusión de la meta soñada y quizás, jamás alcanzada; quien no es capaz de perseguir su sueño difícilmente será capaz de asimilar su realidad.

1 comentario:

  1. Todos necesitamos algo en que creer y más en estos tiempos tan confusos.
    Quizás la mayor utopia de todas es ser uno mismo a pesar de las tempestades y decepciones que la vida nos tiene preparadas.
    Muchas veces,sin darnos cuenta,nos desvíamos de nuestro propio camino y nos empeñamos en perdernos en ilusiones que al final lo único que nos producen es decepción y frustración.
    Una cosa tengo muy clara: uno de los mayores tesoros que nos da la vida,son las personas que nos encontramos a lo largo de nuestro propio sendero y lo que aprendemos de cada una de ellas.
    Y ninguna de ellas aparece en nuestra vida por casualidad.
    Un mundo utópico seria aquel donde no hubiera rencores y si ganas de compartir y aprender unos de los otros.

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