LUGARES PARA SOÑAR

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cerrar lo ojos y sentir

lunes, 21 de junio de 2010

ADENTRÁNDOSE EN EL MAR

Galicia siempre ha sido una tierra vinculada al mar, hablar de esta tierra es hacerlo de la gente marinera, de la costa abrupta, de las rías que esconden el preciado tesoro en forma de marisco, de los acantilados mutilados por el mar donde se aferran los percebes escondidos de la mano inexperta. Hablar de Galicia es hablar sobre todo de la Costa da Morte, esa franja de litoral llena de mística, de tradición, de miedos, de sueños.
Quiero acercarme a una parte de ese litoral donde el olor a mar forma parte del todo existente. Un lugar donde en 1890 casi doscientos hombres perdieron la vida acercándose sin querer a una costa abrupta que les llevó a una muerte segura. En el Serpent, buque escuela de la Armada británica, murieron todos los hombres menos tres. Tres náufragos que se acercaron al pueblo cercano para pedir auxilio. Los lugareños enterraron uno tras otro todos los cuerpos que la mar devolvió, 173 cadáveres descansan eternamente bajo las piedras que cubren sus restos en el tristemente célebre Cementerio de los Ingleses, muy cerca de Cabo Vilán.
Cabo Vilán es uno de esos faros míticos que jalonan nuestras costas, el más antiguo de los faros eléctricos en funcionamiento es también un lugar que representa como casi ninguno la costa gallega.
Tal vez acercarse a Finisterre tengas connotaciones míticas, históricas, religiosas y demás, pero sin duda, quien se acerque a Cabo Vilán en un día soleado o en un día ventoso descubrirá un paraje que le transportará a otro momento, a otra época, a otro tiempo.
Sentado en las rocas que jalonan el camino al faro uno se siente frágil ante la fuerza del viento, minúsculo frente a la grandiosidad del océano, absorto ante la belleza de lo que los ojos pueden contemplar.
Camariñas siempre ha sido conocida por sus encajes, por la maravillosa y complicada artesanía de sus “palilleras”, pero bien haría el viajero en visitar en cuanto le sea posible este Faro y sus alrededores, pues el recuerdo que se lleve será infinitamente más intenso que la observación de un tapiz, hermoso sin duda, pero creado por el hombre.
Uno, que es de tierra adentro, donde los más que puede sentir es la niebla que crea el río Miño a su paso por la ciudad de las Burgas, no puede dejar de sentirse atraído por esta belleza salvaje, por la Costa da Morte.
Galicia debería explotar más y mejor un recurso turístico como este. Pocos lugares hay en el mundo donde el mar pueda ofrecerte tanto a cambio de nada. Aquí todo está a mano. Hay, sin duda, lugares maravillosos a lo largo de nuestra geografía, pero pocos como este espacio breve de costa que comienza en Ribadeo y termina en A Guarda.
Galicia, sitio distinto.

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