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lunes, 21 de junio de 2010

IMAGINACIÓN Y FANTASÍA. LA REALIDAD DE UN NIÑO

Los niños son seres excepcionales, personas de carne y hueso con una capacidad de adaptación espectacular, que les hace dignos de la mayor calificación posible.

Observando a mi hija y sus juegos uno puede llegar a imaginar ese universo paralelo al que, de cuando en cuando se trasladan para pasárselo bien.

No es lo mismo la infancia en un lugar que en otro, ni las posibilidades de desarrollo humano, ni otras consideraciones sociales; sin embargo, la imaginación y la fantasía es común a todos ellos. Les hace vivir situaciones que simplemente no están ocurriendo en otro lugar que no sea su cabeza. Eso es lo que debemos proteger, es lo que como padres, como seres humanos, debemos salvaguardar.

Para explicarme nada mejor que una historia, en ella encontramos un razonamiento simple a un comportamiento muy complejo desde el punto de vista sináptico, nervioso, social y psicológico.

- Fue en a la entrada del pueblo de Ollantaytambo, cerca de Cuzco. Yo me había desprendido de un grupo de turistas y estaba sólo, mirando de lejos las ruinas de piedra, cuando un niño del lugar, enclenque, haraposo, se acercó para pedirme que le regalara un lápiz. No podía darle mi lápiz porque era el que estaba usando en no sé qué aburridas anotaciones, pero le ofrecí dibujarle un cerdito en la mano.

- Súbitamente, se corrió la voz. De buenas a primeras me encontré rodeado de un enjambre de niños que me exigían, a grito pelado, que yo les dibujara bichos en sus manitos cuarteadas de mugre y frío, pieles de cuero quemado; había quien quería un cóndor y quién una serpiente, otros preferían loritos o lechuzas, y no faltaban los que pedían un fantasma o un dragón.

- Y entonces, en medio de aquel alborozo, un desamparado que no alcanzaba más de un metro del suelo, me mostró un reloj dibujado con tinta negra en la muñeca:

  • Me lo mandó un tío mío, que vive en Lima – dijo.
  • ¿Y anda bien? – le pregunté
  • Atrasa un poco – reconoció.

Sobran las palabras….

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