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lunes, 21 de junio de 2010

¿DIOS? SÍ, PERO A MI MANERA

Vivimos tiempos de cambio en la sociedad con relación a la religión. El poder que la iglesia de Roma a ostentado desde la conversión de Constantino, no dejó de crecer y crecer a lo largo de la historia. Sabiamente fueron adueñándose del pensamiento de otros para adoctrinarlo y reconvertirlo en pensamiento suyo.

Durante muchos siglos asistimos a los caprichos “divinos” de uno u otro Papa, que hacía de su poder real sobre la iglesia un dogma de fe basado en el filibusterismo, la mentira, el engaño, la traición.

Siempre se ha jactado, la iglesia, de estar al lado del poder; a conseguido adueñarse de su parcela privada aunque fuese a costa de renunciar a su propia doctrina primigenia y adentrarse en el averno del pensamiento más oscurantista y depravado.

Es cierto, y además justo reconocerlo, que dentro de la iglesia existe un muy numeroso grupo de personas que ponen siempre la otra mejilla, que trabajan codo con codo con los mas desfavorecidos, que ayudan siempre. Yo así se lo reconozco y valoro.

Mas no es menos cierto que suelen estar dirigidos por una caterva de maleantes, que amparándose en su “sagrada posición” varían su discurso según le ha convenido en cada momento.

Ahora, siglos después de haber tocado su cenit, en cuanto a poder, ven como son cada día apartados por la sociedad. Aunque ellos no quieran reconocer las cosas, lo cierto es que la juventud está cada día más alejada de la dogmática romana y más cercana a los postulados de aquellos que fueron masacrados en Albí y sitios semejantes.

Hoy la sociedad apuesta por acercarse a la religión de la misma manera en que la religión se acercó a la sociedad en tiempos pasados. Tendemos a coger lo que nos gusta de la religión y lo que no nos gusta lo dejamos de lado. Qué nos apetece ir a misa, vamos, que no, no vamos. Que queremos abortar, lo hacemos... y no por eso dejamos de creer en Dios.

La iglesia nos dirá que eso es alejare de él. Pero no es cierto, mi espiritualidad es mía y de nadie más. No puedo permitirle a una iglesia a los dictados de Roma que me diga como he de creer. Cuando ha sido la iglesia en tu totalidad y mucho más después del Concilio de Nicea, la que ha ido adoptando todo tipo de fiestas paganas (muchas veces alejadas de la fe) con tal de ganar adeptos para la causa. No tuvieron reparos en adoptar los viajes a Finisterre y transformarlos en una fiesta religiosa, que no era. Hicieron de Santiago la tierra del Apóstol cuando todos saben que nunca pisó esta tierra, ahí estaba enterrado otro, al que decapitaron fuera de España... pero así es la iglesia.

Y ahora la sociedad, la nuestra, está comenzando a ver sus creencias como lo que son: un acto individual de fe. Entonces la Conferencia Episcopal protesta y clama contra quienes no siguen sus dictados... acaso habrá algún día en que en lugar de mirar hacia Roma, sea Roma quien mire hacia otros lados. Por qué no atienden a las necesidades de sus fieles, ¿por qué no atienden de buena gana a quienes propugnan otra manera de hacer iglesia (teología de la liberación), si ellos en el pasado se amoldaron a lo que les convenía?

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