LUGARES PARA SOÑAR

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cerrar lo ojos y sentir

lunes, 21 de junio de 2010

Relatividad

Cada día que pasa descubro un mundo nuevo, un lugar donde las cosas no son como yo pensaba que eran. La vida ha estado transitando a mis pies y yo, torpe de mí, no había caído en cuan diferente es a la realidad que mis ojos ven.

De pronto he descubierto el rosa, ese color netamente femenino en el que mis ojos varoniles apenas habían fijado su vista. Ese rosa omnipresente que ahora veo en todo tipo de camisetas, pantalones, zapatillas, calcetines...

He averiguado, porque así me lo han dicho, que el príncipe siempre va a salvar a la princesa. Pero no por el hecho, que yo creía seguro, de un amor romántico y universal. Nada que ver, la realidad es que si la salva es simplemente porque ella es la protagonista, es ella quien ha de vivir. El príncipe está para que luzca la princesa.

Ahora, que vivimos una época de intensa agitación política, ahora que la economía está en boca de todos; Resulta que mi maestra me dice que lo importante es que si yo no vivo con la madre de mi hija es porque me gustan mucho otras princesas. El amor a fin de cuentas no cabe entre tanta realeza.

Los océanos ya no son inmensas extensiones de agua salada llenas de vida, sino todo aquello que sobra del río Miño, a la sazón único río verdadero de esta tierra que me vio nacer.

Tan sólo existen dos clases de flores, las feas y las bonitas. El hit del verano no está por escribir, tiene muchos años y se titula “Susanita tiene un ratón”; El verano no es la época para descansar sino el momento en el que uno debe aburrirse porque no hay cole.

A mí, que resulta obvio que me falta pelo, no me sucede nada en la cabeza, sino que los pelos se han escondido porque un día me puse un gorro en la testa y ahora he de esperar a que ellos decidan salir a darse un garbeo.

Aitana, mi maestra, me está enseñando un mundo nuevo, ese mundo maravilloso y feliz que es el de una niña de 5 años. Faro que señala el indudable camino que he de seguir el resto de mi vida. Bueno no tanto, al menos hasta que pierda la inocencia que ahora la caracteriza.

Para años venideros queda el reto de afrontar su juventud sin perecer en el camino. Hoy día sólo aspiro a que pueda elegir la vida que desee y quiera vivir.

Dos cosas he aprendido en estos 5 años de su existencia: por un lado el amor sin tapujos que me demuestra cuando está conmigo y sobre todo cuando no está, y por otro lado que el mundo, mi mundo y el suyo, es muy distinto desde un metro diez que desde uno noventa.

Ser padre es la mejor experiencia de mi vida, y a la vez el mayor reto. En el horizonte de mi vida tan sólo aspiro a que un día, cuando sea mayor, me mire a los ojos y me diga: “he sido feliz contigo”.

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