En mi trayectoria de vida me he tropezado con personas de todo tipo y condición, con hombres y mujeres que eran ejemplos claros de la diversidad social que me rodea. Y siempre he tratado de encontrar lugares comunes donde nuestros pensamientos se pudiesen encontrar. Las personas que pasan por nuestras vidas lo hacen de dos maneras, dejando huella o pasando por la vida como un fugaz recuerdo.
Quienes pasan como un recuerdo, quienes al mirar la vista atrás sólo aciertas vagamente con su nombre, con un rasgo físico o con gesto; quizá son aquellas personas que te han ayudado a mantenerte en el día a día, a llevar con mejor humor un día que tienes malo, a enfadarte cuando lo tienes bueno, tal vez un noche loca, puede que un mal momento… la cuestión es que son seres que han aportado cosas a tu vida casi sin que te dieses cuenta, han ido modelando las pequeñas aristas del carácter de cada uno de nosotros.
Los que dejan huella, buena o mala, son aquellos con los que has trazado una línea que va del simple conocido a la persona que goza de tu confianza. Cuando alguien ha atravesado esa línea, cuando se instala en tu vida, es el momento en el que buscas lugares comunes de encuentro con ellos, esos lugares donde coincides en el pensamiento, donde lo haces en el sentimiento, o dónde lo haces en una manera de ver la vida.
Lo más difícil es encontrar esos lugares, se trata de pequeños reductos totalmente personales e intransferibles que sólo mostramos a quienes son capaces de abrir la puerta que da acceso a ellos.
No es un lugar físico, sino ese espacio emocional, mental, emotivo el que sólo entran los elegidos. Ese es el lugar común más difícil de ocupar y el que más daño puede hacerte.
Llegar, al menos en mi caso, a poder compartir lugares comunes con una pareja nunca ha sido fácil, pero en ocasiones lo he conseguido, para mí se trata de ese lugar donde confluye la buena conversación, la emoción compartida, el sentimiento, el placer… Y no es nada fácil compartir ese espacio con alguien. Se trata de mostrarte desnudo en todos los sentidos, sobre todo en el que más pudor da, el emocional, el mental.
Ese es el lugar común que pretendo compartir en un futuro no muy lejano, ese es el lugar donde se instalan las relaciones personales que te marcan, donde los verdaderos amores y las verdaderas amistades se ven, se sienten.
Nunca me he caracterizado por ser una persona con un carácter fácil, ni con una personalidad fácil de llevar. Soy muy dialogante, tengo buena capacidad para entender los problemas propios y ajenos, mas siempre me ha costado mucho abrirme en mi totalidad, de hecho creo que sólo una vez en mi vida lo he hecho. Y me gustó, poder compartir lugares comunes con alguien me reconforta.
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