LUGARES PARA SOÑAR

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cerrar lo ojos y sentir

lunes, 21 de junio de 2010

SUEÑOS Y REALIDADES

A lo largo de mi vida me he encontrado en la cruda realidad que ha supuesto despertarse de un bonito sueño. En ocasiones me he perdido en mi mundo onírico esperando que al final de la noche, cuando el amanecer despierta un nuevo día, no tuviese necesidad de ver la realidad...

No lo he logrado, siempre que amanece el día se vuelve realista, los sentidos te muestran que ya ha pasado, que lo que te espera el resto del día es la vida misma.

Cuando hablo de sueños, no lo hago pensando únicamente en esos momentos que deseas tener aquello material que te apetecería, sino algo más allá. Cuando sueño me convierto por momentos en una persona capaz de realizar cosas que quedan, que dejan huella, sueño con ser capaz de dejar mi impronta en este mundo. No quisiera dejar mi existencia sin haber podido plasmar alguno de esos sueños que de cuando en cuando invaden mis noches…e incluso mis días.

Nunca he sido materialista, sí me gusta tener cosas, y si son buenas mejor; pero por encima de ello he antepuesto siempre mis deseos de poder cambiar el curso de la cosas, por alterar este orden establecido que muchas veces es insoportable.

Eliminar el hambre en el mundo, acabar con las guerras, con las epidemias… eso es quizá aspirar a algo más que un sueño, eso sería establecer una batalla con todo, ni el mismo Dios en el caso de existir, es capaz de terminar con esos grandes males, ergo yo no podría de ninguna manera.

Pero si puedo y debo expresar opiniones, intentar convencer a quienes tienen la posibilidad de cambiar con sus decisiones. No puedo permanecer impasible en mi país si veo que la Iglesia trata de imponer su criterio, ni mirar para otro lado cuando un político corrupto se ríe en una rueda de prensa porque cree que lo que hace es lo normal, lo habitual y que ello le exime de culpas mayores.

No, no quiero dejar que la cruda realidad se imponga siempre a mis sueños; a lo largo de la historia de la humanidad siempre ha habido unos pocos que han manejado a otros muchos, no podría ser de otra manera en sociedades gregarias, mas si que tenemos la posibilidad de limitar su manejo, de terminar con sus excentricidades, de fulminar su poder con el de la razón.

Quizá todo esto no sea más que el juego onírico de una persona normal con pretensiones; soy inconformista con el mundo en el que vivo, no me gustan muchas cosas y dentro de mis posibilidades trataré de hacer algo mejor.

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