Creo que la vida es mucho más sencilla de lo que creen unos y muchísimo más complicada de lo que otros dicen. Creo que la única certeza que tenemos al nacer es la cercanía del óbito. Creo en la capacidad del ser humano para poder desarrollarse como individuo a pesar de tenerlo todo en contra. Creo en la dualidad de la mente, esa que te permite vivir y soñar, la que te permite ser tú y otro a la vez. Creo en el amor de una madre hacia sus hijos, también en el de un padre. Creo en la mirada de mi hija, en su amor incondicional. Creo en la bondad de las personas mientras no me demuestren lo contrario, y lo hacen. Creo en la capacidad de matar que tienen unos pocos sin pensar en otros muchos. Creo en todo aquello que tiene errores, que no es perfecto. Creo…
Quiero creer que el mundo no puede ser tan cruel siempre con los mismos, que el futuro tal vez lo escriban ellos. Quiero creer que pronto descubriremos que un nuevo mañana ha comenzado hoy. Quiero creer en la capacidad del ser humano para resarcirse de sus errores, para crear algo mejor. Quiero creer que la hambruna que puede pasar ese niño de Sudan que me mira a través de una pantalla, puede terminarse pronto. Quiero creer que los líderes mundiales un día se darán cuenta de lo mal que lo han hecho, de lo poco que se han preocupado del mundo. Quiero creer que tal vez un día emprenda mi viaje a Ítaca y me acompañes en mi regreso. Quiero creer en ti, que te acercas a mí con buenas pretensiones y mejores deseos. Y quiero creer en mí, en que puedo dar vuelta a esos errores que he cometido, que puedo intentar ser mejor persona y que tal vez un día lo logre. Creo en ti, mi pequeña, porque me has dado lo mejor de mí, porque tu sola presencia ilumina el lugar donde te encuentras. Creo en ti y en tu generación porque vosotros seréis los que nos demostréis a nosotros lo equivocados que estábamos, pues el mundo será mejor. Y sabes por qué creo… porque si no lo hago, no podría vivir.
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