LUGARES PARA SOÑAR

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cerrar lo ojos y sentir

lunes, 21 de junio de 2010

ME GUSTAN LOS ABRAZOS

Reflexiones sobre el libro de José Orna y Rosa Blanca Miguel

Este libro presenta con impresiones los diversos tipos de abrazos; sin entrar a analizarlos todos, ahí va mi impresión sobre ellos.

- Los abrazos mojados: en el mar, en el río, en la piscina, en la ducha. Abrazos cargados de erotismo, de afectos, de cariño, son esos abrazos que un día vivimos intensamente como adolescentes y que revivimos cuando tenemos la oportunidad. Llevan implícita complicidad y confianza.

- Los secos bajo un paraguas: Ese pasar la mano por los hombros mientras caminamos bajo la lluvia, o la mano por la cintura. Quizá sólo la amistad nos da para hacerlo, pero también pueden significar cercanía, afecto.

- Los horizontales en un sofá, en una cama; abrazos estos propios de las parejas, menos de los buenos amigos, cuando te abrazas a alguien en una cama, en un sofá, lo haces para sentir el cuerpo del otro, para reconfortarte y reconfortar; por puro erotismo también puede ser, como inicio a un juego que continuará; una manera esencial de dormir dirían otros.

- Los de pésame, esos que nunca has querido dar y menos sentir; son los que te transportan al mundo del dolor y la lágrima. Pero que, a al mismo tiempo, pueden llevarte al enojo y la incomprensión cuando te abraza quien sabes que no lo siente. En todo caso es quizá uno de esos abrazos necesarios, diría que imprescindibles, cuando lo das o lo recibes con sentimiento.

- Los de victorias o derrotas; esos que vemos en los diversos concursos, deportes, actividades varias, donde está en juego la euforia. Los abrazos de los campeones son siempre incontrolados, alborotados por la sobre estimulación, geniales en la improvisación; los de los derrotados son siempre los más sentidos, aquellos que buscan el consuelo en el de al lado sabiendo que la oportunidad se ha perdido. Algunos encuentran en la amargura un modo de encontrar afecto; otros, contra corriente, intentan levantar un ánimo ingrávido y triste.

- Los lejanos, aquellos que te da quien no conoces en situaciones en las que no eres el actor principal; Como en la boda donde alguien que no conoces te abraza y te da la enhorabuena. Esos que te dejan con cara de decir algo y sin abrir la boca, perplejo por tu propia estupidez.

- Los que se dan los abuelos. Estos son los más espectaculares; uno se para a pensar y ve que, después de muchas décadas, hay quien encuentra en el abrazo de su pareja de siempre el acomodo necesario para llegar al día siguiente. Yo quiero llegar así a la vejez, mirar a mi derecha o izquierda y saber que, en cualquier instante, unos brazos rodearán mi cuerpo henchidos de afecto.

- Los que se dan a los árboles. No es que yo haya dado muchos de estos en mi vida, no recuerdo ninguno, pero... los hay, como hay abraza farolas. Debe de ser fantástico abrazarse a un árbol centenario y cerrar los ojos para intentar sentir el paso del tiempo a través de él.

- Los de un reencuentro. Efusivos, cariñosos, fuertes, así es cómo son los abrazos que uno da a otro cuando te reencuentras después de un largo tiempo; sí, ya sé, los habrá tibios, pero esos no cuentan aquí. Aquí cuentan los que se sienten. Los que añoras dar durante muchos años hasta que te encuentras de pronto con quien deseas.

- Los de una despedida. Siempre tristes, siempre odiosos; para mí no hay momento peor que una despedida. Un adiós no significa necesariamente un para siempre, pero sí una hasta.. Esos abrazos en el andén de una vía férrea cuando los hijos, padres, madres... se marchaban en busca de algo mejor; ese abrazo en el muelle mientras zarpa lentamente el barco... tristes momentos sin duda.

- Los que tienen sexo o llevan a él. Esos que te das cuando sitúas a horcajadas a tu pareja; esos en los que te fundes en uno para llegar al todo; dulces abrazos estos que buscan el éxtasis en un juego de frenesí, con una liturgia marcada...

- Los que los niños dan a los muñecos. Tiernos, cálidos, llenos de fantasía, de sueños de colores, donde el abrazado infiere seguridad. Cuando veía a mi hija abrazada a sus muñecos para dormir, no podía por menos que tener cierta envidia de quien ofrecía tanta tranquilidad y sosiego. Cuantos padres han sido víctimas de esos osos, monos, perros, gatos... de peluche.

- Los de los borrachos. Tan sinceros y tan mentirosos; cuando alguien flota en un mar de fluidos que denotan alcohol, tiende a mostrase cariñoso con los amigos, incluso con los enemigos. Un borracho siempre encontrara a otro para apoyarse o para caerse. Nada más afectuoso que un abrazo después de cinco o seis copas de pacharán.

- Los sinceros y los hipócritas. Los primeros se hacen necesarios, se aprecian, se sienten; los segundos merecen desprecio, merecen impasibilidad... lamentablemente hay quien los confunde y quienes no sabe distinguirlos.

- Finalmente están los abrazos que no has dado. Esos abrazos que siempre echarás de menos. A lo largo de mi vida no he abrazado tanto como habría querido y sobre todo tanto como habría necesitado. He precisado abrazos en mi infancia, pero también en mi vida adulta, donde alguna vez he rechazado los afectos de otros por no saber cómo devolverlos y otras porque no los he creído veraces.

Abrazarse es un modo de acercarse al otro, de encontrarse con uno mismo y cara a cara con alguien a quien, sin duda aprecias. Si das abrazos hipócritas conseguirás dos cosas, engañar al otro y a ti mismo. Lo primero puede ser odioso y tener consecuencias negativas con los demás; lo segundo te hace, sin duda, peor persona.

Me gusta abrazar, si es a mi madre cara a cara, si es a mi hija de cualquier manera, si es a mi pareja..Sobre todo por la espalda.

Abrazarse es la mejor manera de no caerse.

2 comentarios:

  1. Hola, me encanta el escrito de los abrazos, pero te voy a dar un consejo, abraza a los arboles, es maravilloso, te lo digo por experiencia

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  2. Algunos abrazos de los descritos me encantan !!! en este caso me quedo con último ... un abrazo por la espalda !!! cuando lo sientes, es una sensación maravillosa.

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