LUGARES PARA SOÑAR

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cerrar lo ojos y sentir

lunes, 21 de junio de 2010

DEJARSE LLEVAR

Van pasando las horas, los días y los años y cuando quieres volver la vista atrás te das cuenta que en el camino has dejado muchas cosas atrás, te has llevado otras contigo y en tu horizonte se vislumbran muchas de las que tú mismo te has buscado.
Muchos son los que pasan de puntillas por la vida, dejándose llevar por ella, arrastrados por la corriente hasta que quedan varados en cualquier remanso a la espera de una nueva crecida que les arrastre otra vez.
Otros reman contra corriente toda su vida, en un intento baldío de remontar un torrente cada día más caudaloso, donde rara vez tienes un descanso. Vivir contra corriente es cansado y muchas veces inútil.
Tal vez la mejor manera de transitar esté en dejarse llevar en su justa medida, asirse al remo que de cuando en cuando se nos tiende para poder cambiar de orilla y navegar consciente de los peligros, participante de las mejoras y sintiendo cada instante.

Saliendo del agua y entrando en el terreno personal, no es fácil dejarse llevar por las emociones, manifestar lo que se siente, lo que de padece. En ocasiones nos acechan quienes usarán nuestro muestrario de emociones para valerse de él e intentar utilizarnos. Otros utilizarán sus emociones para arrastrar a su terreno a quienes se dejen llevar. Encontrar un punto de equilibrio nunca es fácil.

Dividiría mis actos en dos: por un lado los que afectan a los sentimientos entendidos como tal y por otro los que interesan a mi modo de vida, al entorno laboral y social.
Soy una persona reflexiva, pero no para todas las cosas. Pienso las cosas cuando con mis decisiones altero mi modo de vida laboral, social, profesional... soy impulsivo y me dejo llevar por mis emociones cuando afectan al corazón.

Es en este segundo caso donde volvería abrir un pequeño paréntesis. En él se verían reflejadas mis dos maneras de actuar de siempre. Por un lado me dejo llevar por lo que mi corazón dice, por lo que mi piel siente, por lo que mis emociones impulsan; y a la par no termino de mostrar abiertamente mis debilidades, de enseñar la profundidad de mis sentimientos. He reparado en ello en diferentes ocasiones, incluso hubo un tiempo en el que me planteaba si realmente “esa” era toda mi capacidad de amar, de querer, de sentir... Y no, tengo mucha más, lo sé.

He oído hablar muchas veces de: “amar hasta el dolor” “partirse el corazón”.... he querido y he sufrido, he herido y lo han hecho conmigo pero... ¿amar hasta el dolor? No creo que eso sea bueno, o al menos nunca me ha sucedido. Cuando quieres de manera tal que pueda llegar a dolerte la ausencia (sin ser por óbito) de alguien, entonces quizá deberías replantearte si en el empeño de amar no te habrás dejado también la capacidad de discernir.

Dejarse llevar por los sentimientos es lo más maravilloso siempre y cuando seas consciente de ello. De lo contrario, puede ser que termines arrastrado por la corriente, y ahogado sin llegar a la orilla.

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