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lunes, 21 de junio de 2010

DELINCUENCIA Y MENOR DE EDAD. UN CHOLLO

Corren ríos de tintan en estos días sobre las fechorías de unos cuantos menores de edad, pero no es algo nuevo. La Ley del Menor, aprobada en 2000 establece una mayor protección para nuestros menores cuando estos cometen un delito.

La base de la Ley quizá sea la de proteger a estos pequeños delincuentes de los peligros que acecharían a estos adolescentes en centros penitenciarios donde habitan adultos peligrosos. Mas lo cierto es que no pocos de estos menores son mucho más peligrosos que la mayoría de los adultos que pueblan nuestros centros penitenciarios.

Un menor de edad es “un bien” usado por muchas mafias de diversa índole, para cometer pequeños delitos, sabiendo que la Ley les ampara y que en caso de ser “pillados” en algo gordo nunca irían a la cárcel. Así muchos son víctimas inocentes de estas bandas y flagelados en su personalidad cometen los delitos casi sin querer.

Unidos a estos, englobados en el mismo saco, porque así la Ley lo prevé, están otros muchos menores que son plenamente conscientes de lo que hacen, que comenten los delitos a sabiendas de que les dará igual y lo que es peor, burlándose muchas veces del mismo sistema que les da protección.

Quizá la solución no sea enviarlos a la cárcel con adultos, como tampoco lo sea el internarlos en centros de menores. Tal vez una solución intermedia sería el crear centros penitenciarios especializados donde sí tuviesen la sensación de que internarse ahí es la causa de una acción criminal cometida.

Sin embargo este problema nos alcanza a todos, que unos menores violen a una niña, atraquen un establecimiento, quemen a una persona, etc. Obedece sin duda a una problemática mayor que sí debería preocuparnos a todos, tanto o más que la economía y la tan manida crisis económica.

Una sociedad moderna, una sociedad que ha avanzado tanto en los últimos cincuenta años está siendo víctima y observadora complaciente del cambio experimentado en nuestros jóvenes. Hemos dado paso libre a cualquier tipo de conducta delictiva sin rasgarnos las vestiduras. Lamentablemente nos estamos acostumbrando a muertes violentas, a imágenes crudas, a vídeos grabados de agresiones a mayores.... eso sí, nos rasgamos las vestiduras porque un futbolista cueste 90 millones o la Obregón salga en bikini en una playa... QUE PAÍS!!!

Así pues sólo nos queda esperar de los jueces que apliquen la Ley de la manera más rigurosa que puedan y que, en casos especialmente graves tengan el valor de aplicarla en toda su dureza. De los políticos cabría esperar un ejercicio de responsabilidad alejado de la demagogia que tanto pulula por el hemiciclo, y que se dediquen de una vez a la labor legislativa que les hemos encomendado. Han de legislar nuevamente sobre este tema, con rigurosidad y sobre todo con la profundidad y el valor necesarios.

Proteger a la juventud es bueno y necesario, permitir los excesos no.


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